bruselas - El presidente del BCE, Mario Draghi, dio ayer el primer latigazo del año a los mercados. Draghi aseguró que no es posible descartar el riesgo de una deflacción en la zona euro al tiempo que insinuó que el consejo del Banco Central está preparado para dar luz verde este mes a una compra masiva de deuda como respuesta a los actuales niveles de baja inflación. El capitán de barco de la moneda única admitió que puede “fracasar” en su principal tarea: garantizar la estabilidad de los precios y mantenerlos ligeramente por debajo del 2%.
Tras sus palabras el euro se situó en su nivel más bajo de los últimos cuatro años y medio. Otras variables también reaccionaron, entre ellas la prima de riesgo española, que se relajó hasta cotas no conocidas desde 2010. Mientras que las primas de riesgo de otros países periféricos de la zona del euro pudieron estrecharse y mejorar el escenario de financiación de estados como Italia, Portugal y Grecia, que logró situarse por debajo de los 900 puntos en plena crisis política.
Muy sensibles a los estímulos y las declaraciones, los mercados se dieron un sofocón, el primero del año. Las bolsas europeas, que habían empezado la sesión con fuertes subidas, se dieron la vuelta a media jornada. El Ibex español, el mejor índice bursátil europeo de 2014, se desinfló y cerró con un avance mínimo. La volatilidad se mantiene en el arranque del año y da muestras de la fragilidad que perciben los inversores en la recuperación.
También continúa el ajuste a la baja del euro, una buena noticia para la competitividad de las exportaciones. Las palabras de Mario Draghi tuvieron un impacto automático en la moneda única europea, que se debilitó frente a la divisa estadounidense y bajó hasta los 1,2027 dólares. Son valores de mediados de 2010, del momento en que la economía europea inició la recuperación. Aquel rebrote se frustró un año después con la recaída que ahora se remonta.
riesgo de deflación El frenazo de las grandes economías europeas ha situado a España a la cabeza del crecimiento en la zona euro, pero el Estado también es el paradigma de la baja inflación, con una caída del 1,1% el año pasado, y, aunque para el conjunto del area de influencia de la moneda única el saldo es positivo (0,3%), el nivel de los precios está muy lejos del umbral de estabilidad, una décimas por debajo del 2%.
Los análisis del BCE apuntan a que esos ritmos de crecimiento de precios bajos se mantendrán los próximos meses y Draghi reconoció en una entrevista al diario alemán Handelsblatt que los riesgos para el cumplimiento del mandato de estabilidad de precios de la entidad son mayores en la actualidad que hace seis meses, lo que ha llevado al Banco Central a comenzar los preparativos técnicos para modificar el alcance y composición de sus compras de activos a principios de 2015.
Las declaraciones del presidente de la entidad, realizadas en un medio de comunicación del país más reticente a la compra de deuda, alimentaron además la perspectiva de que el próximo 22 de enero el BCE pueda anunciar un plan de flexibilización cuantitativa (QE), que incluyera precisamente compras masivas de deuda soberana. Draghi podría estar preparando el terreno para un movimiento en esa dirección, según los analistas.
El banquero italiano también marcó su terreno ante Angela Merkel en relación a los bajos niveles actuales en los tipos de interés, situados en el 0,05% desde el pasado mes de septiembre. Draghi aseguró que el precio oficial del dinero seguirá siendo bajo “durante mucho tiempo”, un mensaje que parece ser respuesta directa al Bundesbank de Alemania, que lleva varios meses presionando para que la dinámica cambie.
Los tipos de interés bajos no convencen a los alemanes porque consideran que perjudican a los ahorradores y porque los países débiles del sur pueden relajarse en el cumplimiento de los programas de ajuste. Consciente de ello, Draghi advirtió que “la triada formada por la debilidad de las reformas, la burocracia y la presión fiscal dañan la recuperación europea”.
“Si no lo solucionamos, nuestro crecimiento seguirá débil”, añadió el presidente del BCE, quien recordó que Europa soporta la mayor carga fiscal y esto representa “una grave desventaja competitiva”.