francfort - El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dejó ayer el terreno preparado para que la institución se embarque el próximo año en un programa de flexibilización cuantitativa (QE), en lo que sería la más ambiciosa y controvertida decisión de la entidad con el objetivo de combatir los riesgos de una inflación muy baja y reactivar la titubeante economía de la zona euro.
El banquero italiano aseguró en su comparecencia ante los medios tras la tradicional reunión del primer jueves de cada mes que los miembros del Consejo de Gobierno de la institución discutieron varias posibilidades de QE, y subrayó que la unanimidad no es necesaria para aplicarlo, aunque apuntó que la entidad no tiene aún decidido adoptar medidas adicionales en su próxima reunión. “Ciertamente, hemos mantenido una discusión rica sobre diversas opciones de QE”, admitió Draghi en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, que mantuvo los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,05%.
Además, por primera vez el presidente del BCE expresó directamente su opinión de que “la compra de bonos soberanos entra dentro del mandato”. “No seguir adelante con nuestro mandato sería ilegal”, apostilló. En este sentido, Draghi apuntó que no hace falta la unanimidad de los miembros del Consejo de Gobierno para proceder con esta medida, aunque subrayó la importancia de lograr un consenso.
“No es necesaria la unanimidad, pero se trata de una medida muy importante y creo que puede diseñarse para lograr consenso y tenemos que recordar nuestro mandato”, explicó Draghi, quien reconoció que el Consejo discutió la posibilidad de comprar “cualquier tipo de activo, salvo oro”. Asimismo, el banquero indicó que, mientras el QE ha demostrado su eficacia en EEUU y Reino Unido, en Japón “es más complicado”. No obstante, señaló la necesidad de esperar para evaluar la eficacia de las medidas ya adoptadas por la entidad antes de estudiar la posibilidad de alterar “su ritmo, tamaño y composición”. - E.P.