Ya les contamos el pasado mes de marzo que Kia había decidido actualizar su crossover más popular, el exitoso Sportage. Los cambios han sido numerosos y sobre todo internos, de esos que no se ven mucho, pero que se sienten a la hora de conducir un automóvil que ya era una referencia en su segmento.
Al margen de sus mejoras estéticas -una nueva parrilla delantera (de dos tipos en función del acabado seleccionado), los nuevos pilotos traseros de leds, una nueva gama de llantas de aleación, así como la antena de techo tipo aleta de tiburón-, la conclusión que cabe extraer sobre su sobresaliente diseño exterior es que se trata de un automóvil bello, espectacular e imponente. Pocos modelos concitan tantas alabanzas, incluso de personas con edades y gustos estéticos tan dispares, como este brillante Sportage. Su imagen de vehículo moderno, elegante, deportivo y robusto es del agrado general.
Ya en el interior, incluso antes de ponerlo en marcha, nos convence su particular diseño de salpicadero, ahora con materiales de tacto blando, también en la parte superior de los paneles de las puertas, sin olvidar la apreciable ganancia en equipamiento. Y otro aspecto en el que el Sportage es ejemplar, su amplitud interior, con buen espacio en todas las direcciones, un razonable maletero y rueda de repuesto de tamaño normal y de aleación. Que aprendan otros.
El acabado probado, el intermedio Drive, resulta de lo más convincente, ya que incluye la dotación de los Basic y Concept (radioCD con MP3 y conexiones USB+AUX, mandos de audio en el volante y Bluetooth, ordenador de viaje, control de crucero, retrovisores eléctricos y térmicos, seis airbags, ABS con EBD, ESC+VSM, control de freno en descenso y asistente de arrancada en cuesta, reposacabezas delanteros activos, control de presión de neumáticos, sensor de lluvia, barras en el techo, luces diurnas de leds o antinieblas delanteros) y añade: sensores de luces y aparcamiento, climatizador bizona, neumáticos 225/60 R 17, manillas exteriores cromadas, retrovisores plegables eléctricamente y con intermitente incorporado, ópticas traseras de leds, guantera refrigerada, red de maletero, retrovisor interior antideslumbramiento y lunas oscurecidas. Lo único que se echa de menos es un retrovisor izquierdo panorámico y una mejor visibilidad trasera, por lo reducido de la luna posterior. No se puede tener todo en esta vida.
Las sensaciones al volante vienen a confirmar que todo lo bueno dicho anteriormente todavía puede mejorar. La excelente ergonomía se completa con una suavidad y precisión de los mandos admirable, sumadas a un motor que es para enmarcar. Este 1.7 CRDi (diésel) de 115 CV, 260 Nm de par, tracción delantera y exquisita caja de cambios manual de seis marchas (perfecta en sus desarrollos y eficaz en su manejo) es un prodigio por su suavidad de marcha, finura de funcionamiento, elevadísimo agrado de utilización, brillante rendimiento en bajo y medio régimen, acertadas prestaciones y moderados consumos. Sorprende cómo trabaja a pocas vueltas -es capaz de salir en cuarta desde apenas 1.000 rpm- y la solvencia que muestra para mover un peso mínimo que oscila entre 1.415 y 1.537 kilogramos.
En marcha, el Sportage vuelve a convencer. Silencioso, refinado y cómodo, posee una satisfactoria estabilidad, se maneja con facilidad en ciudad, donde su superior altura y ágil respuesta son de gran ayuda, y responde de forma progresiva, noble y precisa en carretera. Evidentemente, en curva se nota su superior altura y peso respecto a un turismo, pero rueda con alegría y aporta un dinamismo notable, además de frenar excelentemente. Un coche de diez y con un precio muy contenido, 22.161 euros más matriculación, a los que restar 1.000 más del PIVE5 y 1.200 más si financiamos un mínimo de 9.000 euros.
KIA SPORTAGE
1.7 CRDI DRIVE