laUE está que se sale de Europa y como quiera que estamos a pocos días de la cita electoral en la que se determinará la composición del Parlamento Europeo y el nombre del presidente de la Comisión, parece adecuado hablar de la ciudadanía europea y la influencia que ejerce la UE, entendida ésta como el conjunto de instituciones y organismos que gestionan la unión comercial de 28 estados. Pues bien, esa UE siempre ha estado fuera del proyecto europeo y europeísta impulsado en los primeros años de la postguerra, si bien ahora, cuando se vislumbra la salida asimétrica de la crisis, esa separación entre UE y ciudadanía europea se pone de manifiesto de forma cristalina.

Verán, en tanto los vientos económicos y comerciales eran favorables para la navegación europea no existía problema alguno. Aparentemente no se visualizaba contradicción entre la economía del desarrollo y el desarrollo humano, pese a que el filósofo y economista bengalí, Amartya Kumar Sen, ya advertía en 1981 en su obra, Pobreza y hambruna. Un ensayo sobre el derecho y la privación, que el hambre no es consecuencia de la falta de alimentos, sino de la desigualdad en su distribución. Hoy, esa dicotomía entre economía y humanidad se ha hecho evidente en miles de hogares donde ha entrado el hambre como consecuencia de la injusta e injustificada desigualdad con la que se gestiona la debacle financiera que ha puesto al descubierto la incompetencia de la UE para solucionarla.

Y, lo que es más grave, la indeseada visita del hambre y la pobreza amenaza con quedarse de forma permanente sin que los representantes de los grupos políticos más numerosos en la UE muestren una actitud sincera para remediar la situación, tal y como se puso de manifiesto en el debate que el pasado jueves mantuvieron en Bruselas los cinco candidatos a ocupar la presidencia de la Comisión Europea. Un debate que, dicho sea de paso, fue modélico en cuanto al comportamiento de los protagonistas: Jean Claude Juncker (Partido Popular Europeo), Martin Schulz (Partido Socialista Europeo), Guy Verhofstadt (Alianza de los Liberales y Demócratas), Ska Keller (Verdes Europeos) y Alexis Tsipras (Partido de la Izquierda Europea).

Del resto de candidatos, tan sólo Verhofstadt estableció una relación posible y realista entre sus postulados y el mundo económico que nos rodea, sujeto a la libertad de mercado, así como una globalización capitalista. A modo de resumen final, quiero poner en valor el Manifiesto del Partido Demócrata Europeo hecho público el pasado 28 de febrero en el que, entre otras cosas, se dice:

"Si queremos influir en la marcha del mundo es necesario compartir recursos y tomar parte en las decisiones para crear una soberanía común. No hay ningún tema crucial del futuro que pueda abordarse de manera eficaz de otro modo... Nada de lo que aparece en el horizonte de nuestro futuro puede abordarse o regularse por países solos, y menos aún por regiones históricas, ni siquiera por potencias medias, en un mundo donde lamentablemente, de aquí a veinte años, ninguno de los estados europeos formará parte por sí solo del grupo de las ocho economías más importantes del mundo".