Hubo un tiempo en la burbujeante España que se enladrilló de punta a punta, que desde los pupitres, en lugar de la pizarra los estudiantes divisaban obras, grúas y dinero fácil, algo así como una especie de El Dorado al alcance de la mano. Esa visión de una tierra prometida tan próxima que ofrecía dinero rápido con escasa preparación fue el mejor aliado, el suplemento vitamínico perfecto para nutrir el abandono escolar, una pandemia que sacude muchas regiones del Estado español, dueño de una maquinaria que entre 1995 y 2007 fue capaz de construir más casas que medio Europa entre pelotazo y tente tieso. En ese caldo de cultivo, el abandono escolar alcanzó cifras de entre el 24 y 30%, nada que ver con Euskadi, donde el abandono escolar es netamente inferior y apenas se contabiliza un 10%. "Creo que las oportunidades de empleo en el sector de la construcción durante los años de bonanza económica funcionaron como un reclamo y aliciente para determinados estudiantes de secundaria", explica María Silvestre Carrera, profesora de sociología de la Universidad de Deusto.
Esa relación entre el boom inmobiliario y el prematuro abandono escolar, también fue denunciado por la comisaria europea de Educación, Androulla Vassiliou, que culpabilizó a la burbuja inmobiliaria del aumento del abandono escolar en España así como del elevado porcentaje de jóvenes españoles (más del 14%) según los datos que maneja la Comisión Europea que están fuera no solo de las aulas sino también del mercado laboral. El porcentaje responde a jóvenes que rechazaron los libros por el andamio. Personas que con el pinchazo del mercado inmobiliario se han caído de la estructura del mercado laboral. "Muchos jóvenes en España abandonaron los estudios atraídos por la demanda de empleos de baja cualificación en sectores como la construcción. Pero luego con la crisis se quedaron sin empleo y ahora no saben a donde ir", establece la comisaria europea. Los números castigan a España, cuyo porcentaje de fracaso escolar supera con creces a la media de la Unión Europea, que ronda el 13 %.
La idea del prematuro abandono escolar también se subraya en los Cuadernos del Consejo Económico Social, que, en su publicación de otoño del 2013 advierte que la reducción del abandono escolar que se ha producido en los últimos años en el Estado español se debe a un retorno obligado a las aulas por la imposibilidad de hacer palanca en el mercado laboral. La escuela como refugio, como trampolín de una segunda oportunidad. "Esta mayor permanencia en la escuela está más relacionada con el empeoramiento de la empleabilidad de estos jóvenes poco cualificados durante la crisis, que con una mejoría en los factores de expulsión del sistema educativo", estima el Consejo Económico y Social en su análisis.
El vínculo entre el boom de la construcción y el temprano abandono escolar es una realidad que ha marcado a fuego la cartografía española y que ha hipotecado el futuro de miles de jóvenes que aparcaron los libros atraídos por el color del dinero, -un 51% de los estudiantes españoles que dejaron sus estudios antes de completarlos no tiene hoy trabajo- sobre todo en las comunidades en las que más se edificó. Las regiones en las que enraizó con más fuerza el globo inmobiliario y el desarrollo del turismo y de la hostelería, actividades que no exigen una alta capacitación ni una mano de obra cualificada y que sedujeron a riadas de jóvenes, son ahora las más penalizadas tras la crisis. Esos jóvenes vomitados por sectores que se fueron a pique son los que gobiernan las listas del paro. Es el drama que acompaña a los que se apartaron de la formación académica y ahora, sin preparación no encuentran donde emplearse. "En aquellos lugares donde el boom de la construcción fue mayor, se dio una atracción mayor de mano de obra joven no cualificada que vio en la construcción una alternativa a los estudios", certifica la profesora María Silvestre Carrera, aunque rechaza que el cebo de la obra haya sido la única causa del elevado fracaso escolar que ha gobernado el sistema educativo español durante los últimos años.
"Si bien (las oportunidades que ofrecía la construcción) pudieron alentar su abandono temprano de los estudios, no fueron la causa directa del fracaso escolar. No podemos hablar de causa porque si lo contextualizamos y analizamos los datos del actual fracaso escolar, observamos que no ha habido mucha variación, lo que ha ocurrido es que la crisis económica ha limitado o imposibilitado la inserción laboral en el sector de la construcción y otros sectores asociados que antes eran una vía de salida para los jóvenes que no querían seguir estudiando", expone la docente.
La del abandono escolar prematuro y el desempleo galopante de toda una generación es la fotografía, el retrato oscuro, que ha dejado la depresión de un modelo económico equivocado que solo atendía a la voracidad del presente en lugar de mirar al futuro. "El panorama para esa generación como para aquellas personas con una escasa preparación o preparación no especializada en el actual contexto de crisis y con las altas tasas de desempleo es muy preocupante, ya que tenemos que tener en cuenta que el paro afecta más a las personas de baja cualificación y formación", determina María Silvestre Carrera, que considera "importante poder ofertar no solo una buena educación superior, sino una buena y especializada formación profesional de calidad que capacite a las personas para el desempeño de profesiones de carácter más técnico". Ese modelo serviría para suturar la herida abierta, en parte, por el ladrillazo a la educación.