Bilbao. El periodista José Antonio Diez Alday -articulista de DNA- acaba de publicar un nuevo libro esta misma semana en el que reflexiona sobre el futuro que encontrará la sociedad, superada la crisis y cómo evitar nuevas recaídas. Con el sugerente título de Hagamos posible lo improbable, catorce personalidades de mundos tan dispares como el de la empresa, la política, la enseñanza o la literatura reflexionan sobre cómo trabajar para que la sociedad vasca se posicione entre las grandes potencias económicas en ese contexto, algo que siguiendo la tendencia actual el autor considera "improbable". Luis Cañada, Juan Manuel Seco, José Antonio Garrido, Koldo Saratxaga, Toti Martínez de Lezea, Javier Elzo, Juan José Álvarez, Constan Dacosta, Garbiñe Biurrun, Adolfo Txiki Muñoz, Jon Azua y Juan Ignacio Pérez Iglesias son los interlocutores y la obra cuenta con un prólogo del lehendakari Ibarretxe y un epílogo de Federico Mayor Zaragoza.
¿Qué es 'Hagamos posible lo improbable'?
Es un libro que invita a la reflexión. Recoge seis conversaciones con dos personas como interlocutores en cada una de ellas, en las que se han tratado temas como la educación, la empresa, la democracia en Europa, la cooperación, la competencia o el bienestar dentro del capitalismo, entre otros, pero fundamentalmente se ha habla del progreso social.
¿Cómo surge la idea del libro?
Surge de un desayuno junto a Jon Azua, uno de los participantes en el libro. En nuestro encuentro estuvimos hablando de cómo el profesor Michael Porter acababa de presentar un informe sobre el progreso social, sin que para ello tuviera en cuenta los datos macroeconómicos y sí en cambio datos relacionados con la educación o la sanidad, por ejemplo. A partir de ahí pensé que era bueno recoger en un documento ideas sobre como vamos a estar cuando salgamos de la crisis, sin buscar responsabilidades en el pasado o pararnos en el presente. La idea era reflexionar sobre qué es lo que tenemos que hacer de cara a 2017, 2018 o 2019, años en los que estaremos en fase de recuperación, recuperación no de la macroeconomía sino de otros aspectos más directos como la creación de empleo. Porque mientras no se cree empleo, el reciente dato de la bajada del número de parados es algo puramente anecdótico.
¿Y por qué buscó un título tan sugerente como este?
Lo probable es que si no variamos la senda actual, esa idea de lamentarnos de la situación actual, de autoflagelarnos por lo que estamos viviendo, posiblemente dentro de unos años estemos en una sociedad con una situación de segunda o tercera categoría dentro del mundo occidental. Lo probable es eso. Para conseguir hacer posible lo improbable es necesario de alguna forma regresar al futuro. Me refiero a que no podemos seguir pensando en el presente y lamentarnos del pasado. La pregunta que tenemos que hacernos es ¿cómo construimos el futuro para ser menos vulnerables a la crisis?, ¿en qué condiciones tenemos que hacerlo? El problema de la crisis en España es que la economía y la sociedad eran extremadamente vulnerables porque se habían fundamentado en la especulación financiera e inmobiliaria.
¿Y qué se puede hacer?
Para dejar de ser tan vulnerables tenemos tres caminos a seguir, compatibles entre sí. Tenemos que tomar medidas urgentes para solucionar los problemas humanos, personales o familiares que se están dando; tenemos que tomar además medidas necesarias para que la recuperación económica a corto plazo, de aquí a dos o tres años, sea realmente una recuperación que aporte valor añadido; y por último tenemos que tomar medidas importantes para conseguir que la sociedad en el futuro no sea tan vulnerable a una crisis como la que hemos vivido.
¿Qué significa eso?
Por ejemplo, es urgente que se impulsen medidas de solidaridad, que permitan que la gente tenga que comer, electricidad o calor en casa. Son medidas necesarias pero no nos sacan de la crisis. Otras son necesarias para incorporar valor añadido al producto. Los síntomas de crecimiento actuales están basados en la base de la devaluación salarial y eso es algo equivocado. No hay valor añadido. Eso nos puede dar un cierto impulso inicialmente pero en el medio o largo plazo no sirve de nada. Para aportar valor añadido son necesarias políticas industriales y apuestas por la investigación y el desarrollo a corto plazo. Y luego lo importante es crear una sociedad del conocimiento, como ya apuntaba el lehendakari Ibarretxe hace diez años. Esa sociedad del conocimiento nos garantiza que nuestros hijos y sobre todo nuestros nietos en un futuro estén en la parte alta de la sociedad occidental. Es una de las reflexiones que deja el libro.
¿Hay que aprender del pasado?
En la contraportada del libro reza "hemos desacreditado el pasado, menospreciado el futuro y confiado solo en el presente, sucumbiendo a la tentación del consumo", bueno pues eso ya no va a ser posible nunca más. Recuperar el camino no va a ser fácil. Esta crisis nos deja que, en los próximos diez, quince o veinte años vamos a ser más pobres, vamos a tener menos trabajo y en definitiva tenemos que, poco a poco, ganarnos un futuro aplicando las medidas mencionadas.
Entiendo que ese tipo de medidas afectan a instituciones, empresas y a la sociedad en general.
Sí pero partimos del hecho de que lo que deja el libro no son medidas dogmáticas. Las medidas surgen de una reflexión. Cada uno de los catorce interlocutores ha reflexionado sobre el futuro. Lo que plantea el libro es que todos tenemos que reflexionar sobre qué es lo que queremos hacer y cómo lo queremos hacer. No es posible mantener una sociedad, aunque se recupere, que siga siendo muy vulnerable. En anteriores crisis, como la energética de los años setenta del siglo pasado, se reflexionó mucho sobre cómo debía ser el consumo energético por ejemplo, pero en poco tiempo hemos olvidado todo aquello y hemos vuelto a cometer los mismos errores. Aquí pretendemos que se cree una sociedad realmente reflexiva que no permita que se puedan cometer de nuevo y que mire al futuro de forma optimista.
Son muchas las opiniones que se encuentran en el libro, expertos de muy diversa índole. ¿Qué valoración hace?
Entiendo que todas estas personas, algunas ya jubiladas, pero todas con una notable trayectoria detrás, tienen una preocupación por la sociedad. Este libro cuenta con catorce personalidades y todas ellas muestran un gran interés por hacer las cosas bien. Han mostrado entusiasmo, énfasis e ilusión. Se nota que tienen una gran fe en esta sociedad y eso para mí es lo más bonito.