vitoria. El juzgado de lo Mercantil número 1 de Gasteiz hizo pública ayer la sentencia que condena al que fuera administrador único de la empresa automovilística Epsilon Euskadi, Joan Villadelprat, como único responsable de la declaración de quiebra "culpable" de la firma. Un fallo que inhabilita a Villadelprat durante tres años para administrar bienes ajenos, le despoja de cualquier derecho como acreedor concursal y le condena a pagar 899.263,89 euros en concepto de daños y perjuicios, al considerar que esta cantidad es la diferencia entre el valor contable de la rama de actividad segregada de Epsilon y vendida Epic Racing S.L. (1.099.263,89 euros) y el precio estipulado de venta, que fue de 200.000 euros. Esta sentencia es el primer varapalo judicial al fiasco de esta aventura empresarial que aspiró en su día a competir en la Fórmula 1, lo que no representa ningún buen augurio para Villadelprat y uno de sus socios, Phillip Mark Payne, en la causa penal que aún deben afrontar como los dos principales imputados por un presunto delito de alzamiento de bienes -que podría conllevar penas de prisión de uno a cuatro años-, precisamente por esa operación de venta anterior a la declaración del preconcurso por un precio muy inferior al real. Ambos están citados a declarar el próximo día 22.

Este primer fallo considera probado que en octubre de 2009, cuando se hizo el cierre contable del ejercicio de ese año, ya se puso de manifiesto que Epsilon no estaba cumpliendo las previsiones, ya que la cifra de negocio se había reducido de 10,1 millones en 2008 a 7,1 en 2009 y las pérdidas se habían incrementado de 712.000 euros a 1,3 millones de euros en ese mismo periodo. Pese a esta situación, el administrador único, Joan Villadelprat, no sólo decidió mantener la actividad en 2010, sino que asumió nuevas deudas: un préstamo al Ministerio de Industria de más de 350.000 euros, otros dos a BBK y La Caixa por 300.000 euros cada uno y una subvención del Gobierno Vasco por 642.000 euros. El juzgado destaca que Villadelprat hizo esto "sin la previsión de poder hacer frente a los vencimientos" de los pagos pendientes, "con la sola esperanza de captar un inversor privado que salvara el proyecto".

Venta y concurso Pero además, en abril de 2011 Epsilon vendió a la sociedad Epic Racing, creada el mes anterior y formada por personal de la propia Epsilon, todos los activos de la rama de competición, que tenían un valor neto contable de algo más de un millón de euros, junto con las relaciones vinculadas a esa rama y los trabajadores adscritos a la misma. La sentencia recuerda que la rama de la competición proporcionaba a Epsilon el 97,5 % de sus ingresos totales. No obstante, se pactó un precio de venta de 200.000 euros mediante un pago aplazado que no llegó a cumplirse por la empresa compradora. Además se acordó que Epsilon podía volver a comprar a Epic esa rama pero con una "condiciones tan gravosas para Epsilon que nunca hubiera podido ejercitar" esa opción.

Finalmente, el 4 de julio de 2011 Epsilon solicitó la declaración de concurso, declaró un pasivo de 37,8 millones de euros, con unas líneas de negocio "sin viabilidad futura alguna". La sentencia concluye que la declaración de concurso fue culpable, ya que a principios de 2010, "en lugar de echar el freno y adelantarse a la situación de insolvencia", Villadelprat asumió nuevas deudas "por nada menos que 950.000 euros sin expectativa real, cierta o razonable de revertir la situación".