El EcoSport podría saltar al campo antes de lo anunciado. Es uno de esos Ford desvelados con mucha antelación, lo que anula el efecto sorpresa del estreno y da pistas al enemigo, que ya se ha anticipado con una masiva ofensiva crossover. Contrarrestarla es misión del EcoSport, llamado a filas para finales de año.
El próximo fichaje de la multinacional norteamericana es un automóvil con estampa de todoterreno y vocación de masas. Su destino es seguir los pasos de hermanos como el Fiesta, con el que comparte plataforma, y acoplarse a mercados de los cinco continentes. Se vende en América desde el año pasado y esta misma semana ha emprendido la producción en India. La base del modelo es idéntica en todo el mundo; solo cambiarán detalles relativos a la puesta en escena.
Su cometido en Europa se antoja complicado debido a la demora con la que va a aterrizar en el mercado. Al llegar encontrará un escenario abarrotado por las creaciones de marcas que se han ido apuntando a la moda de los SUV ligeros. A Ford le han madrugado varios competidores, algunos muy directos. Nissan tiene el Juke, Skoda el Yeti, Mini el Countryman, Opel/Chevrolet el Mokka/Trax, Renault el Captur y Peugeot el 2008. El desfase no resta méritos al EcoSport, pero sí clientes.
A la hora de interpretar la partitura crossover, Ford toma su propio rumbo y opta por unos arreglos diferentes a los de la mayoría. Así, mientras el grueso de la concurrencia incurre en una cierta impostura al disfrazar turismos con atuendo campero, la casa americana recorre esa misma senda en sentido inverso. Como evidencia su porte, el EcoSport tiene genes montañeros y baja de la sierra decidido a ocupar las calles. Por la táctica, y un por el aire guerrillero que se da, el próximo crossover de Ford evoca a los antiguos revolucionarios cubanos. Al público le corresponde decidir si la suya resulta o no una opción trasnochada.
El candidato es un automóvil de hechura compacta -mide 4,24 metros de largo- y apariencia robusta. Su carrocería de cinco puertas planta una cara marcada por una boca bien pronunciada y por ópticas ligeramente achinadas. Este frontal chato tiene un cierto poder de intimidación, aunque el conjunto se suaviza con las líneas que fluyen a lo largo de una cintura que asciende hacia la popa. El portón que la cierra aparece rematado por el cofre de la rueda de repuesto; este recurso en desuso propio de los 4x4 clásicos se convierte en seña de identidad del modelo y, de paso, libera espacio en el maletero.
La concepción interior del EcoSport hace suyo el estilo de los Ford más modernos. La cabina, que como en modelos similares brinda cinco plazas teóricas pero cuatro reales, repite el diseño futurista del cuadro, ofreciendo un puesto de conducción cómodo y bien surtido.
Por ahora no hay muchas pistas respecto a la configuración de la gama. El constructor ha admitido que la versión europea contará con tres motorizaciones, dos de gasolina y una diésel, y que dará a elegir entre tracción delantera e integral. Si mantiene su costumbre, la adornará con dos o tres calidades de acabado. El precio es una incógnita relativa. La abundancia de contendientes permite encontrar referentes. El más fiable es el Mokka, que por las similitudes de su oferta a priori es el rival a batir. Opel horquilla su tarifa entre 17.000 y 25.000 euros, derroteros por los que probablemente discurrirá Ford.