bilbao. El "peor escenario" se confirmó ayer a las 20.30 horas. Tras varios días de incertidumbre, la responsable de Industria del Gobierno vasco, Arantza Tapia, avanzó casi doce horas antes que Fagor se precipitaba hacia el cierre porque ni el fabricante de electrodomésticos ni la casa matriz daban señales de vida.

El tiempo corría desde hace dos semanas, estaba a punto de agotarse y Tapia repitió el mensaje al que se han agarrado los trabajadores de la cooperativa los últimos días. Era necesario un plan de "viabilidad exigente y estricto" para que el Ejecutivo pudiera colaborar en el rescate. Nunca se llegó a ese escenario, y tras el anuncio de Mondragón de que no socorrerá a su joya industrial, el Gobierno se reafirmó en un comunicado en su oferta de colaboración: "Reiteramos nuestra voluntad de trabajar conjuntamente con el grupo Mondragón y la propia empresa para apoyar cualquier alternativa de solución que contribuya a minimizar el impacto social y económico de esta situación".

Una vez Mondragón ha decidido desprenderse de la cooperativa enferma para evitar el contagio, la crisis de Fagor entra en una fase crítica con graves consecuencias para sus empleados. Lakua aseguró que "entiende el desánimo" de los socios y trabajadores de la empresa, pero sin un plan de viabilidad y una inyección económica del grupo, el Gabinete de Urkullu tiene las manos atadas. "Somos sensibles a la preocupación de las familias que directa o indirectamente dependen de Fagor, como lo somos con las miles de familias que han perdido su puesto de trabajo en Euskadi a consecuencia de la crisis", indicó. No hay margen para mucho si el propio grupo no se deja ayudar, pero el Ejecutivo trabajará para mitigar las consecuencias de la caída de la compañía.

Poco antes de que conocer la decisión de Mondragón, el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano pidió a "todos" estar "a la altura de las circunstancias y no arrojar la toalla". "Son muchos más puestos de trabajo, es una marca, una forma de trabajar", dijo en una reunión con alcaldes del Alto Deba, que se enfrenta ahora un sombrío panorama.