El Optima se equipara a los favoritos de clase media asumiendo una minoritaria pero prestigiosa variante con propulsión híbrida. Incorpora un sistema de impulsión que apoya la acción del motor principal de gasolina con otro eléctrico. La solución, que traslada 190 caballos a las ruedas delanteras, reclama un mínimo de 5,4 litros a los cien y emite 125 g/km de CO2; el precio, desde 34.705 euros, no coopera mucho a su popularización.
Hace tiempo que Kia no tiene complejos y que cumple todos los requisitos exigibles para aspirar a la homologación con las marcas de primer nivel. Además de orear su libro de estilo con las corrientes europeas, la firma coreana se apunta a la tecnología de vanguardia. Esa doble sintonía con la moda se materializa en el Optima, una joven berlina de formas sugerentes que readapta su diseño para recibir la motorización electro-térmica.
No es una alternativa con vocación popular, sino una apuesta de calidad enfocada a afianzar la imagen de la marca. Como casi todas las versiones híbridas del mercado (el Prius de Toyota es la excepción), tiene un alcance comercial restringido debido a su complejidad técnica y a su coste superior.
La interpretación con propulsión mixta de Kia requiere un desembolso extra de cuatro mil euros respecto a la diésel equiparable y de casi diez mil en relación a la más asequible; esa cantidad no se amortiza fácilmente con el uso. Así pues, sus destinatarios saldrán del gueto comercial en el que concurren particulares con tanta sensibilidad medioambiental como recursos financieros y también responsables de empresas e instituciones dispuestos a hacer con fondos ajenos guiños ecológicos que quizá no harían del propio bolsillo.
Quienes se decantan por esta interpretación técnicamente sofisticada reciben un automóvil solvente y sostenible. También perfectamente pertrechado. El Optima Híbrido, que se distingue del normal por los retoques que optimizan el coeficiente aerodinámico de su carrocería (carenados, faldones, llantas, alerón trasero y cierres en las tomas de aire del motor), sale de fábrica con unas completas dotaciones. No le falta detalle y cuenta con todos los recursos de seguridad y confort exigibles a una buena berlina (piel, cámara de visión trasera, navegador, etc.), si bien carece de ayudas a la conducción propias de los modelos de gama alta (frenado autónomo, detección de obstáculos, luces inteligentes, radar de alcance, etc.).
Su cabina no presenta más cambios que los incluidos en la instrumentación para informar sobre el funcionamiento del sistema híbrido: grado de eficiencia en la conducción y nivel de carga de la batería. La presencia de esta en el maletero comporta uno de los pequeños inconvenientes de la versión híbrida, que pierde capacidad (369 litros) respecto a la de motor de explosión (505 litros).