En la rebotica de las soluciones, donde se recetan tratamientos, mejunjes y jarabes varios contra la crisis, se repite un mantra que se resume en tres iniciales. Algo así como el medicamento milagro: I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación). Ese enunciado, una ecuación, elevada a la enésima potencia, acude a la garganta de políticos, instituciones, empresarios, economistas y demás gurús como pértiga para sortear, por elevación, la depresión económica que trincha Europa y hace sangre en el Estado español. Ocurre que introduciendo una variable a la ecuación, la F de financiación, o más bien la resta de la misma, I+D+i-F el resultado es R, de realidad, y ésta es especialmente dura con los emprendedores. "El resultado suele ser cero", dice, Edu Sentís, fundador de Edse Inventiva. La ausencia de financiación y de crédito, el mayor problema que detectan los empresarios y quienes se aventuran a iniciar un negocio, es capaz de noquear cualquier idea y de derribar proyectos empresariales interesantes. "La realidad se impone y sin financiación no hay nada que hacer. Una idea brillante sale adelante siempre, pero de esas hay muy pocas. Lo difícil es que una idea más o menos interesante pueda tener un recorrido", advierte un gran conocedor del sector empresarial vasco que prefiere mantener su identidad en el anonimato.

El último estudio publicado por Regus España, que ha contactado con más de 26.000 directivos y propietarios de empresas de 90 países, para su prospección, señala que el 89% de los encuestados piensa que "la falta de financiación y de crédito" es el verdadero lastre que impide el despegue de la economía y la puesta en marcha de proyectos e iniciativas con potencial, pero cuyo coste es inasumible sin la vitamina financiera. Los ejemplos de fracasos propiciados por la propia naturaleza del sistema se acumulan por decenas. "Mientras no haya liquidez, olvídate", expone el experto a este periódico.

En ese olvido cabe el visionario Hiriko, la gran apuesta del coche eléctrico, que se ha quedado parado en el arcén con las luces de emergencia parpadeando por la falta de financiación después de que se invirtieran en la idea más de 20 millones de euros, 15 de ellos provenientes del Ministerio de Industria, 2 más del Gobierno vasco y 5 por la vía de los promotores del proyecto empresarial. Actualmente se pretende un redimensionamiento de una iniciativa que algunos señalaron demasiada ambiciosa a pesar de que reconocen que conceptualmente el coche es muy bueno, tecnológicamente muy avanzado.

También lo es Urbike, una bicicleta de aluminio y equipada con un pequeño motor que se diseñó en Edse Inventiva para ahorrar el 80% de mantenimiento. La idea ganó el concurso público promovido por el ayuntamiento de Copenhague (Dinamarca), pero la falta de crédito impidió a la empresa fabricar las 11.000 bicicletas contempladas en el pliego. "Teníamos la tecnología, el producto, el pedido, pero ni eso convenció a los bancos y a los inversores. Las bofetadas fueron continuas en ese aspecto", explica Edu Sentís, fundador de la empresa, que subraya la necesidad de que el crédito fluya para que el emprendimiento tenga sentido. "No se puede estar lanzando la idea del I+D+i si luego no existe financiación para sacar adelante los proyectos. Sin crédito, el resultado de la ecuación que plantean las instituciones es cero. Está bien incentivar a la gente para que emprenda, pero se deben abrir canales de financiación".

vender la licencia Como mal menor, Edse Inventiva vendió la licencia de fabricación de su bicicleta, (eléctrica, que se carga al ser anclada, con navegador, ruedas macizas y sin cadena) a Gobike, que será la encargada tanto de la producción como de la gestión de la bicicleta catalana, frenada en seco por la ausencia de financiación de un producción que se elevaba a los tres millones de euros, pero que tenía garantizado un retorno de cinco millones dada la cartera de pedidos. "Lo duro es saber que la bici se podría haber hecho aquí y que ese mismo modelo también ha sido reclamado para Suecia. Pero sin financiación, la cadena se rompe. Para una ingeniería vender la licencia de la bici está bien, pero nuestra idea era fabricarla aquí con todo lo que eso conlleva", indica Sentís, que tocó muchísimas puertas durante años para obtener un crédito que nunca llegó.

A la empresa no le sirvieron los galardones internacionales -su bicicleta se impuso a 30 competidores- ni el pedido de Copenhague para apuntalar el recorrido de Urbike en su totalidad, que en su cabeza comprendía desde el diseño hasta la puesta en venta pasando por la producción. No era suficiente. Ni los bancos, ni las administraciones, ni los inversores apostaron por Urbike a pesar de ser algo "puramente I+D", como afirma Sentís. "El problema es que no se apuesta de verdad, porque sí hay dinero, aunque no llega precisamente a los emprendedores", lanza el empresario, que conoce "muchos casos similares" a su alrededor. Por eso opina que sería mejor que el dinero que destina el ICO (Instituto de Crédito Oficial) para la empresa se gestionara directamente con los que necesitan financiación en lugar de pasar por el filtro del banco, donde las posibilidades para el I+D+i son menores.

"El I+D+i se plantea como una apuesta a largo plazo. Es como cuando uno quiere que sus hijos tengan la mejor educación posible e invierte en ello con buenos colegios, idiomas etc... pero en una situación económica donde cuesta llegar a fin de mes, esa idea pasa a segundo plano porque la prioridad es otra", analizan la fuente consultada, que advierte de que "desafortunadamente el que sea un producto con alto componente de I+ D no es garantía de nada a la hora de conseguir financiación", e insiste en que la clave para despejar el horizonte se encuentra en lograr dinero "una cuestión que no es nada fácil. De hecho, resulta muy complicado si se pretende algo serio".

condiciones imposibles Financiar ideas es relativamente sencillo en sus orígenes porque las cantidades son bajas, basta con entre "20.000 y 30.000 euros" para plantear un plan de negocio en el que se define "qué se quiere hacer, cómo se va a producir, que necesidades va a cubrir eso que vamos a hacer, cuáles son sus ventajas respecto a otros productos que existen en el mercado etc...". A partir de ahí, de ese boceto original, comienzan los verdaderos problemas para alimentar la propuesta con el capital necesario para que se convierta en algo tangible, no solo en un negocio con potencial. "Cualquier cosita requiere unos costes que se van hasta el millón de euros", argumenta el experto. Esas cantidades, con la administraciones tiesas, en plena orgía de recortes, cuando las familias no reciben crédito, también espantan a los bancos, que hace tiempo que cerraron el grifo de la financiación a particulares y a empresas para restañar las grietas de su maltrecha contabilidad. "No es que te digan que no directamente, pero te exigen unas condiciones imposibles de cumplir", explica Sentís desde Edse Inventiva sobre su experiencia.

Limitado el apoyo financiero institucional, ahogado lo público por la austeridad, y exiguo el crédito bancario, se impone la búsqueda de vías de financiación alternativas pero que sean lo suficientemente potentes como para nutrir unos proyectos que pueden resultar costosos. Es entonces cuando aparece la figura de los inversores privados o joint ventures, que generalmente pretenden "beneficios rápidos y suficientemente golosos porque de lo contrario tendrían su dinero en el banco, no lo arriesgarían. Quién busca un beneficio de al menos el 20% no arriesga por cualquier idea", expone a este periódico el analista.

Para asegurarse el retorno de la inversión, los capitales de riesgo acuden a la estadística para mantener el equilibrio en la balanza entre la inversión y el beneficio. Para ellos es como apostar con varias fichas en diferentes números a la ruleta. "Desde estos ámbitos se funciona estadísticamente. Reparten dinero en digamos 20 proyectos sabiendo que 15 de ellos no les darán dinero, que con 3 ó 4 lo recuperarán y con uno sus beneficios serán muy grandes", desgrana el analista sobre unas inversiones que no "quieren perpetuarse, que buscan un beneficio rápido y grande, al menos del 20%". Justo lo contrario al espíritu del I+D+i que es un propuesta con la mirada larga y el paso corto.

A la escasez de crédito se le debe sumar que éste es tremendamente selectivo a la hora de posarse sobre unas u otras iniciativas. No todas son apetecibles. La financiación resulta esquiva salvo en polos del conocimiento como Silicon Valley en California, donde se concentran algunas de las empresas más punteras del mundo en el sector tecnológico. Aunque han sido varias las iniciativas que pretenden replicar ese fenómeno único en otros puntos del planeta, la realidad, ajena a las recetas mágicas, impone su dictadura, que no solo castiga a los emprendedores y a las empresas que aplican el I+D+i en sus procesos, sino que también agujerea la contabilidad de industrias más tradicionales, pero que necesitan mejorar para ser más competitivas. Es la maldición de la doble F: falta de financiación.