vitoria. Nadie se movió de la foto y todo se desarrolló conforme al guión previsto y pactado. El encuentro empresarial que SEA organizó ayer para analizar la incidencia de la ultraactividad en los convenios colectivos -reunió en el Palacio Europa a cerca de 300 empresarios- cumplió las expectativas de organizadores y ponentes, pero encendió aún más la actitud de la parte sindical, que defendió si cabe con mayor vehemencia la huelga general del próximo 30 de mayo como un instrumento "fundamental" para rechazar las políticas neoconservadoras, cambiar gobiernos y aglutinar a la clase trabajadora. Así pues, a falta de 54 días para que expire el plazo que garantice la permanencia de un marco estable y regulatorio en el ámbito laboral vasco, la desconfianza entre patronal y sindicatos continúa tan viva que muy pocas cosas hacen pensar que en los apenas dos meses de plazo que hay por delante para alcanzar un acuerdo, si quiera de mínimos, el acuerdo será posible y el futuro de los 45.000 trabajadores alaveses dejará de pender de un hilo. A ello precisamente quiso agarrarse ayer la patronal alavesa, empeñada, según el mantra al que se viene agarrando desde hace semanas, en agotar hasta el último minuto las posibilidades. Un milagro que alumbre una nueva forma de entender la negociación colectiva libre de "maximalismos", como una herramienta de competitividad capaz de ceñirse a la realidad y superar la imagen del convenio como un mero instrumento al servicio de las reivindicaciones de mejoras laborales y sociales.
7 mesas en marcha, 0 acuerdos Ésa es la idea pese a que todas las mesas de negociación continúan sin cuajar. Metal, Industria y Comercio del Vino, Panaderías, Pastelerías, Comercio del Mueble, Comercio del Metal e Industria de la Madera se reúnen en una suerte de diálogo de sordos con cierta periodicidad, pero hasta la fecha no ha sido posible alcanzar acuerdos en ninguna de ellas. Así pues, un escenario de conflictividad a partir del 8 de julio es cada vez más plausible, y gestos como la jornada de paro general para el 30-M no hacen sino confirmar la teoría.
En este escenario, con la desaparición de los Convenios Colectivos que estén pendientes de ser renovados a la vuelta de la esquina -se calcula que en Álava el porcentaje de personas que podrían perder el convenio ronda el 80%- y con una regulación brutal de las condiciones de trabajo que podría quedar limitada al Estatuto de los Trabajadores y demás legislación básica, expertos como Tomás Arrieta, presidente del CRL, Salvador del Rey, Catedrático del Derecho del Trabajo, y Benigno Varela, socio de Sagardoy Abogados, aportaron su visión sobre algunas cuestiones vinculadas al fin de la ultraactividad.
Arrieta, por ejemplo, sostuvo que el Preco -el sistema de procedimientos voluntarios para la solución de conflictos laborales- no tiene instrumentos suficientes "para la movida que nos viene encima", mientras que Del Rey defendió la imposición del arbitraje obligatorio, mostrándose muy reservado ante aquellos convenios previos a la Reforma que contemplan cláusulas de continuidad salvo pacto en contrario. Benigno Varela puso el acento en el convenio colectivo como instrumento de "carácter temporal", al tiempo que recomendó a las empresas que si llega el 8 de julio y han de acogerse a un convenio de ámbito superior consulten a la Comisión Nacional de convenios colectivos. De cerrar la jornada se encargó el consejero de Empleo y Políticas Sociales, Juan María Aburto, que en su discurso lanzó un alegato en favor del empresariado vasco, al que calificó como "el motor de Euskadi". Apeló después a la necesidad de lograr un escenario de estabilidad y certidumbre que desbloquee una negociación colectiva donde en estos momentos, dijo, impera la confrontación sobre la cooperación. "Es dramático que alguien pueda decir que su estrategia es la confrontación", lamentó antes de lanzar un mensaje de esperanza: "Hay margen para el acuerdo, así que os pido (a patronal y sindicatos) altura de miras para no entrar en una espiral de conflictividad que en nada nos va a ayudar".