vitoria. La borrasca que barrió la península durante la pasada Semana Santa tuvo en vilo durante horas a los técnicos de Red Eléctrica de España (REE) que garantizan la seguridad y calidad del suministro desde Cecoel (Centro de Control Eléctrico). El día más complicado fue el Viernes Santo, 29 de marzo, cuando coincidieron el habitual frenazo del consumo industrial de esas fechas -agravado por la crisis- y la hasta ahora segunda jornada más lluviosa de todo el año.
Del choque saltaron chispas porque se estaba generando mucha más energía de la que se necesitaba con las centrales hidráulicas y los parques eólicos trabajando a pleno rendimiento. La imagen de una manguera hinchándose por el agua sin que nadie abra el grifo define gráficamente la situación que obligó a dar la voz de alarma a los encargados de vigilar el sistema.
Tras una cumbre de urgencia con sus superiores, por primera vez en la historia, se vieron obligados a ordenar a las centrales nucleares que bajaran un 20% su producción. Fue un hecho sin precedentes porque se trata de las instalaciones con menor flexibilidad de ajuste de su rendimiento, por lo que tocar esa energía ha sido siempre el último recurso. Y desde luego nunca hasta ahora se había activado un desacoplamiento global de la magnitud de la nuclear. Al mismo tiempo se apagaron todos los molinos de viento y se desenchufaron otras energías renovables como la solar, mientras se redujo la actividad de muchas centrales.
Esa gestión eficiente de los recursos no hubiera sido posible sin el Cecoel, ubicado en la sede de Red Eléctrica en Madrid, que ha sido el primero del mundo en monitorizar en su panel las energías renovables por su peso en la península. El sistema eléctrico tiene varios corazones, todas las centrales de generación, los parques eólicos o los huertos solares que bombean energía en el sistema constantemente. Pero solo tiene un cerebro, la torre de control desde la que REE vigila la producción, la demanda y los tránsitos para evitar una colisión.
conexiones internacionales Es una obligación de los operadores de sistema eléctrico de todo el mundo, si bien en el caso del Estado esa labor tiene un papel fundamental a causa de sus escasas conexiones internacionales. La única vía de evacuación real es Francia, la puerta a Europa, y reforzar ese canal, a día de hoy insuficiente, es una línea de trabajo prioritaria.
Por ello, los responsables de REE reconocen que gestionar el transporte eléctrico por la península es en muchas ocasiones una auténtica "tortura". Lo fue la pasada Semana Santa y sobre todo el Viernes Santo. Ese día confluyeron dos de las variables más temidas en el Cecoel: mucha lluvia y poco consumo. Y en ambos casos con gran intensidad, generando "la tormenta perfecta", como la definió el mes pasado en el Cecoel el director general de Operaciones de REE, Andrés Seco, en una conversación informal con los periodistas antes de la junta general de accionistas.
La caída del consumo energético que se registra tradicionalmente en Viernes Santo, segundo día de fiesta de una de semana que es prácticamente inhábil en el ámbito industrial en todo el Estado, se ha reforzado en esta ocasión con la crisis. El cierre de empresas también ha reducido el número de fábricas que mantienen sus hornos calientes durante esas fechas o las que se ven obligadas a trabajar para atender pedidos en plazo.
A finales de 2007, poco antes de que el estallido de las turbulencias financieras empezara a estrangular la economía en todo el mundo, el tejido productivo estatal avanzaba a pleno rendimiento y se batieron los registros de consumo eléctrico.
La demanda diaria récord del 18 de diciembre de 2007 -906 gigavatios (GWh)- refleja ese pico máximo de actividad económica, mientras que el día de mayor consumo de marzo fue el viernes día 1, con apenas 793 GWh y el máximo en lo que va de año fue el 23 de enero (810 GWh). Los niveles actuales son de crisis y, por ello, la demanda se frenó en seco el Viernes Santo.
Ese día el diente de sierra más alto del consumo se registró a las 22.00 horas, cuando se pusieron en funcionamiento las calefacciones en los hogares con una demanda algo superior a los 26.700 MWh, casi 12.000 MWh menos que el máximo del mes de marzo, que se produjo el lunes 4 a las 21.00 horas. Y sobre todo 22.000 MWh inferior al récord histórico.
A efectos prácticos, con los actuales niveles productivos el consumo energético es prácticamente la mitad del que se registraba en 2007. Si a ese factor se le suma la todavía más incontrolable meteorología el resultado es esa tormenta perfecta a la que aludió el directivo de REE.
La borrasca que aguó las vacaciones de Semana Santa también fue de récord. El 29 de marzo es por ahora el segundo día más lluvioso de este año, un enorme grano de arena que ha propiciado que el de este año haya sido el marzo más lluvioso desde 1947, el año en el que se comenzaron a tomar los registros.
El ritmo de precipitaciones previo había llenado los embalses y la tromba de agua del Viernes Santo disparó la generación hidráulica tres veces por encima de su nivel de los últimos doce meses. La hidráulica es una energía renovable y el manual del operador del sistema prioriza la producción verde frente a las contaminantes, más en este caso en el que la abundancia de agua abarataba los costes de generación y no era posible mantenerla almacenada sin riesgo.
Por ello, se optó por desenchufar otras renovables y el mix eléctrico dio un vuelco. El peso de la eólica se desplomó hasta el 11% cuando esta siendo la estrella de este año superando el 25%, mientras que el impacto de la nuclear subió hasta el 29%, a pesar de la orden de bajar un 20% la producción.