bilbao. Mientras en la empresa tradicional la destrucción de empleo es imparable, las empresas de inserción vascas se mantienen a flote, salvando los puestos de trabajo ya que cada negocio ha incrementado su media de gastos de personal un 37,6% entre 2009 y 2011. Las entidades de economía social de Euskadi, grandes desconocidas del mundo laboral, rozan el medio centenar y generan en el País Vasco más de 1.300 empleos. De ellos, casi setecientos corresponden a personas en proceso de inclusión.

No en vano, las empresas de inserción son entidades a medio camino entre lo social y lo empresarial que ofrecen oportunidades a quienes son más vulnerables ante el mercado laboral. Organismos fundamentales en una época en la que cada vez más ciudadanos crían telarañas en sus bolsillos al encontrarse en la calle, sin recursos y sin fuerzas, después de encadenar empleos precarios o años sin un empleo en condiciones.

Dado el notable incremento en gastos de personal, desde Gizatea, la asociación que agrupa a 46 del medio centenar de empresas de inserción certificadas como tales, hacen constar que este desembolso ha aumentado en mayor medida que los ingresos y "ha obligado a reducir sustancialmente la facturación". "Sin embargo, esto da cuenta de la apuesta que las firmas de inserción vascas realizan por la creación y mantenimiento del empleo, sobre todo, de las personas en procesos de inserción", señalan desde Gizatea, que explica que estas compañías "participan en todos los sectores de actividad, pero no tienen ánimo de lucro y emplean a personas con especiales dificultades para acceder a un empleo y que están en situación o riesgo de exclusión social durante un máximo de tres años para desarrollar un proyecto formativo y de incorporación social". Esta propuesta de economía solidaria está conformada por pequeñas empresas que tienen una plantilla que ronda las doce personas, si bien algunas cuentan hasta con cincuenta trabajadores en nómina.

12.000 euros por trabajador En total, en Euskadi se perciben 12.000 euros por trabajador de inserción, independientemente de su nómina ya que el salario que cobran depende de aplicar el convenio del sector al que pertenecen. No obstante, es necesario tener en cuenta que hay que hacer una exhaustiva labor de seguimiento con esas personas, por lo que generan unos costes extras además del salario que perciben. "Tienes que hacer una labor educativa con ellos. No es un puesto de trabajo convencional. Hay que inculcarles hábitos de trabajo como horarios, normas, respeto hacia el cliente, hacia los materiales... Es un trabajo de concienciación importante", señala Imanol Paredes, gerente de la empresa de animación sociocultural Keima que cuenta actualmente con cinco trabajadores de inserción.

Sin embargo, Paredes lo tiene claro. "Nosotros preferimos primar los puestos de trabajo a la rentabilidad, a tener unos grandes beneficios, aunque nunca los hayamos tenido. Mientras nos podamos mantener sin pérdidas, aunque ganemos mil euros, ahí estaremos, dando nuevas oportunidades a estas personas", indica.

Gizatea confirma, no obstante, que por efecto de la recesión económica, los apoyos han caído en picado y el presupuesto destinado a estas ayudas de inserción se han reducido en 2012 más de millón de euros con respecto al contabilizado en 2010. Sin embargo, este mismo mes arranca en Trapagaran un centro de llamadas que está dirigido a personas con problemas para incorporarse al mercado de trabajo. El curso para operadores de telemárketing se iniciará este mes de abril y estará dirigido a personas en riesgo de exclusión social. A su finalización, la mitad del alumnado será contratado en una empresa de inserción como teleoperador a media jornada para atender las llamadas de un call center o centralita.

retorno social Esta red de economía alternativa proporciona en Euskadi empleo a un total de 1.303 personas (56,8% de ellas mujeres). Además de crear puestos de trabajo, generan importantes ahorros a las administraciones, al suprimir gastos de subsidios o de servicios sociales, aumentan el número de cotizantes y contribuyentes y reinvierten sus beneficios en acción social.

De hecho, suponen una oportunidad para personas que por su situación socio-económica, su entorno, sus menores capacidades o aptitudes, tienen más dificultades de acceder a un puesto de trabajo. Este retorno económico y fiscal ha sido calculado durante el año 2011 en Euskadi en 7.054 euros por cada uno de los puestos de inserción, lo que ha supuesto un total de 3.346.555 euros, según los datos del informe elaborado por Gizatea.

Un sector pujante dado que la crisis que no deja títere con cabeza y obliga a reinventar el perfil de las personas en riesgo de exclusión. Ya no son solo estereotipados colectivos como inmigrantes o personas de etnia gitana, también hay jóvenes con dificultades de adaptación y mujeres maltratadas, entre otros grupos sociales. Aunque opera en sectores de actividad diversos, cabe destacar su presencia en ámbitos como el medio ambiente, la hostelería, la limpieza y mantenimiento, los servicios para las personas, la mensajería o la construcción.

Este tipo de empresas convierten también el empleo en un motor de igualdad de oportunidades. "El principal objetivo es lograr una mayor y mejor inserción laboral, por lo que resulta determinante el desarrollo de un adecuado y eficaz proceso de acompañamiento de las personas. Hay que señalar, además, que las empresas de inserción son un recurso específico para determinados perfiles de personas con dificultades para el acceso al empleo, pero no para todas, por lo que resulta imprescindible la adecuación de la oferta de la empresa a las demandas que puedan provenir de los servicios sociales", señala Carlos Askunze.