El plan de bajas de Kider desborda las previsiones y frustra el ajuste laboral
La compañía destina seis millones a indemnizaciones pero las solicitudes superan los nueve millones
a. diez mon
BILBAO. La dirección de Kider se ha visto obligada a congelar el plan de bajas incentivadas debido a que los se han acogido al programa más trabajadores de lo previsto. El grupo había reservado en torno a seis millones de euros para hacer frente a las indemnizaciones, pero el volumen final ha superado de largo los 9 millones de euros. Por este motivo, la compañía desconvocó hace unas semanas una reunión con el comité en la que estaba previsto inicialmente hacer balance del plan de bajas y activar a partir de este momento el plazo para la formalización de los despidos voluntarios. La complejidad de la situación generada ha generado todo tipo de especulaciones en las cuatro fábricas del grupo. Incluida la posibilidad de que la firma industrial se declare en concurso de acreedores para reflotar el proyecto empresarial partiendo de una base con menos trabajadores.
Los accionistas participaron ayer en un consejo de administración extraordinario en el que se trató esta cuestión, pero no trascendió ni el análisis ni si se tomó alguna decisión. No se conocerá previsiblemente el resultado del consejo hasta el próximo lunes e incluso podría alargarse más ese silencio informativo debido a que en la plantilla no ha tenido acceso directo a algunas de las últimas actuaciones y las ha conocido a través de la prensa.
Tras encadenar varios ERE de suspensión, el grupo Kider presentó el pasado enero una nueva regulación de empleo que contemplaba la extinción de 160 empleos en los centros de trabajo de Barakaldo, Amurrio y Murgia. El expediente se retiró unas semanas después por la oposición de los trabajadores, que llegaron a convocar una huelga.
Con todo, la dirección ha continuado defendiendo que la empresa no es viable con el actual volumen salarial y ha activado el programa voluntario de bajas que ha desbordado la partida consignada a atender el pago de las indemnizaciones. Más de 150 trabajadores se acogieron al cese voluntario, una cantidad inferior a los 160 despidos planteados, pero con un coste mayor.
La empresa ha entrado así en un terreno pantanoso del que no se vislumbra una salida fácil. Tras desactivar el ERE, Kider solicitó preconcurso de acreedores para refinanciar su deuda antes de verse obligado a dar el paso definitivo hacia el proceso concursal y una de las premisas era el ajuste laboral.
El grupo Kider está especializado en la fabricación y diseño de estantería y carros de supermercados, entre otros mobiliarios, e históricamente ha tenido como principales clientes a Eroski, Carrefour o Alcampo. El colapso del consumo ha pasado factura y la compañía no ve otra salida que reducir su plantilla de los 400 trabajadores actuales a uno 240.
El grupo, en preconcurso de acreedores, busca una salida a la compleja situación tras congelar los ceses voluntarios