vitoria. En la enésima reunión entre los representantes sindicales del Metal alavés y la patronal alavesa SEA todo transcurrió según lo previsto. Una mala noticia. Tan penosa como lamentable teniendo en cuenta que son ya demasiados los meses perdiendo el tiempo en la misma mesa sin que se haya producido el menor avance. Y todo ello con el escenario del 7 de julio como angustioso fondo. Ese día, si nadie lo remedia, caducará el convenio colectivo provincial de las industrias siderometalúrgicas -del que dependen casi 15.000 trabajadores- lo que provocará un cataclismo social de consecuencias imprevisibles al perder de un plumazo los trabajadores los derechos adquiridos en las últimas décadas. Pero así están las cosas.
Como estaba previsto, el encuentro de ayer se saldó con el mismo guión de siempre. ELA acusó a la patronal de "no querer negociar" un acuerdo para así llegar al peor de los escenarios el 7 de julio. El resto de centrales abundaron en la necesidad de "desbloquear" una situación insostenible presentando propuestas que la patronal continúa tachando de "imposibles". Cuestiones como la ultraactividad o los salarios representan líneas rojas en las que ninguna de las partes está dispuesta a ceder un ápice. En materia salarial, SEA advierte por ejemplo que el margen de maniobra es "nulo", ya que el aumento de costes condenaría la exigua actividad económica y el mantenimiento del empleo, que es el primer gran objetivo que persigue el acuerdo. Respecto a la ultraactividad -prórroga indefinida del convenio-, sostiene la patronal que no está dispuesta, ni puede, "perpetuar condiciones inasumibles" para todo un sector de actividad. Por todo ello, y en un gesto con pocos precedentes, cargó a continuación con dureza contra los sindicatos presentes en la negociación, a los que puenteó para dirigirse a sus representados, es decir, los 14.500 operarios que en estos momentos dependen del Metal alavés. A este colectivo pidió SEA que haga entrar en razón a sus representantes sindicales, "ya que sois mucho más conscientes de la realidad de las empresas en las que trabajáis que vuestros sindicatos, que juegan a políticos", despachó el secretario general, Juan Ugarte.
Lamentó a continuación el "absoluto inmovilismo" sindical y su insistencia "en propuestas imposibles y contrarias a la legislación", para abogar después por seguir negociando en aras de lograr un acuerdo razonable que responda a la nueva realidad social y económica. Un diagnóstico que los sindicatos no comparten, de ahí que ultimen estos días un calendario de movilizaciones para presionar a la patronal en este sentido. El pulso está echado.