vitoria. ¿Qué le parecen los estímulos fiscales para impulsar el emprendimiento como la tarifa plana de los 50 euros para autónomos menores de treinta años?

Esa tarifa plana de los cincuenta euros en la cuota de autónomos ha sido criticada porque se queda corta. Las principales asociaciones de autónomos pedían otras condiciones, como no pagar nada los dos primeros años, para acercarnos más a la realidad de algunos países europeos que es en los que nos basamos a la hora de elaborar reivindicaciones. Pero aunque sea de nuevo tímidamente y hayan aprobado solo la mitad de la mitad, hacemos una lectura positiva. Es que tenemos que verlo en ese tono. Hasta ahora los jóvenes emprendedores tenían que pagar como los demás. Ahora hemos conseguido que sea una tarifa plana. En la Unión Europea existen países, como el Reino Unido, dónde se pagan de 12 a 56 euros al mes durante el primer año; en Francia se pagan 0 euros al mes durante ese año y queremos acercarnos a eso. Lo vemos como un incentivo para el emprendedor.

¿No cree que hacen falta otras medidas para impulsar la cultura emprendedora?

Sí, sin duda. El pago de la cuota no es algo que condicione excesivamente a la hora de decidir si vas a montar un negocio o no. No solo hacen falta estímulos económicos. Además de darnos los peces, deberían enseñarnos a pescar. La cultura del emprendimiento debe venir de antes, como en otros países pioneros en este sentido. Debe llegar desde la educación, desde la formación. Nuestros pequeños tienen que ver que emprender es una alternativa a la misma altura que las demás. El autoempleo debe ser concebido como una posibilidad que además, sirva a muchos jóvenes para lanzarse al mercado. Hay profesiones en las que eso se va a tener que ver como una necesidad incluso, porque sino se van a ver abocados al paro. Si preguntas en cualquier universidad cuantos de los que están en los últimos años de carrera piensan en montar su propia empresa, te levanta la mano el 2% y eso no es normal tampoco.

En otros países se enseña a los niños a hacer el papeleo propio de una empresa. ¿Echa de menos eso?

En el País Vasco, en algunas carreras, ya se enseña eso. Hay asignaturas de emprendimiento. Pero es cierto que hay que ir sembrando la cultura del emprendimiento desde antes. No todo el mundo puede encajar en el papel de emprendedor, pero muchos sí y si no lo ven como algo natural, no se lo van a plantear. Vamos por detrás de Reino Unido, de Francia y de Europa en general, llevamos unos diez años de retraso, pero hay avances.

¿Está poco valorado socialmente el autónomo?

Hoy en día tenemos que ser realistas. Nuestros padres nos animaban a opositar o entrar a trabajar por cuenta ajena, pero ya no hay casi opción de opositar y que te cojan en una empresa al acabar los estudios es complicado. Por eso, se tienen que plantear la opción del autoempleo. Es verdad que el autónomo está muy denostado, que nosotros mismos no hemos sabido vendernos bien, porque se nos ha relacionado muchas veces con el fraude fiscal, por ejemplo. Se veía casi como un nido de dinero negro. La apreciación en general de la gente no es nada positiva y tenemos que empezar a cambiarla pero desde dentro, que el propio autónomo se conciencie que tenemos que declarar exactamente nuestra actividad económica por el beneficio de todos. Los primeros beneficiarios vamos a ser nosotros, por ejemplo a la hora de pedir financiación, porque todo es una bola. Nosotros mismos hemos estado tan individualizados que ni nos hemos agrupado en asociaciones como las que ahora existen, ni hemos querido compartir nada con la competencia. Esa dinámica la tenemos que romper. Debemos atomizar la idea de que el autónomo está solo. Y ese esfuerzo ya lo estamos haciendo.