moscu. El Kremlin reaccionó ayer con dureza al anuncio de la quita a los depósitos bancarios en Chipre, que afectaría directamente a los capitales rusos, y amenazó a Nicosia con revisar la reestructuración de la deuda chipriota. Tanto el presidente ruso, Vladímir Putin, como el primer ministro, Dmitri Medvédev, criticaron sin rodeos la medida, impuesta por el Eurogrupo a cambio de un rescate financiero y aceptada por Nicosia, que de ser aprobada hoy por el Parlamento perjudicará a empresas y bancos rusos que operan en la isla mediterránea.

Una cantidad que supone unos 13.000 millones de dólares, más de 10.000 millones de euros y que hacen que Chipre ostente el dudoso honor de ser el primer destino en la fuga de capitales desde Rusia

"No andaremos con rodeos, esto (la quita) se asemeja a una simple confiscación de dinero ajeno", declaró el jefe del Ejecutivo ruso, según agencias locales, en una reunión del Consejo Supervisor del Vnesheconombank, la entidad bancaria estatal para el comercio exterior.

A su vez, Putin tachó de "injusta, poco profesional y peligrosa" la medida, anunciada como condición para un rescate al país de 10.000 millones de euros y que, de aprobarse en el Parlamento, obligará a los ahorradores, residentes o no, a pagar un impuesto extraordinario.

Financieros próximos a la negociación entre Bruselas y Nicosia han reconocido que la intención era cargar parte del polémico rescate sobre las grandes fortunas rusas que durante años han aprovechado la opacidad financiera del pequeño país para esconder su riqueza.

La decisión no gusta en Moscú, a pesar de que tampoco el Kremlin tiene en estima a las empresas y ciudadanos que han llevado a Chipre su dinero, procedente a menudo de la economía sumergida e incluso de la actividad criminal.