A Ford no le asusta la crisis. La marca norteamericana ha emprendido una ofensiva a escala mundial que tiene por objetivo modernizar y globalizar su elenco de productos. Abre fuego el Fiesta, que se reinventa para hacer frente a la amenaza de una competencia cada vez más abundante y dotada. Dará un paso al frente el mes que viene luciendo imagen y contenidos algo más sofisticados.
Ford desoye la célebre máxima de Ignacio de Loiola -"en tiempo de desolación nunca hacer mudanza"- y afronta una ambiciosa remodelación de existencias como método para salir fortalecido de la crisis actual. Se aferra a otra consigna jesuita menos difundida --"alcanza la excelencia y compártela"- en un afán por superar las dificultades. Para ello revisa por completo su repertorio. La renovación del compacto superventas coincide con el lanzamiento de un Kuga absolutamente transformado y con el de la variante Tourneo Custom del Transit. En 2013 aparecerán la interpretación deportiva ST del Fiesta, el Focus eléctrico y quizá también un C-Max con propulsión híbrida; el sugerente relevo del Mondeo y la lectura europea del crossover escueto EcoSport aplazan su cita con el público hasta 2014.
La reedición del Fiesta a punto de asomarse a los concesionarios -estará lista a principio de diciembre- no comporta modificaciones estructurales pero sí una evolución estética considerable. El compacto cambia la expresión de su rostro, que adopta fauces de tiburón; el gesto le confiere una apariencia algo más agresiva y elegante. La perspectiva frontal del coche se remata con la presencia de parrilla frontal con forma de trapecio. Va escoltada por unos grupos ópticos ligeramente más afilados, ahora provistos de luces diurnas LED. Rubrican el conjunto unas enérgicas molduras longitudinales en el capó que aportan un plus de expresividad. La ambientación interior también experimenta algunos progresos.
Otro de los aspectos en los que el Fiesta prospera es el acceso a las tecnologías más avanzadas. La inminente edición va a disponer de desarrollos propios de coches más caros. Uno es el Active City Stop, dispositivo que permite evitar colisiones por alcance a baja velocidad: advierte al conductor del peligro y si este no reacciona a tiempo interviene automáticamente frenando el vehículo. También puede instalar el sistema de conectividad integrada SYNC, que responde órdenes de voz para activar llamadas de teléfono y seleccionar la música de los dispositivos conectados vía Bluetooth o USB; incluye la Asistencia en Emergencia, que conecta directamente a los ocupantes del vehículo con los operadores de servicios de socorro locales tras un accidente (lo hace en el idioma de la zona).
El Fiesta también podrá embarcar un controvertido sistema de control denominado MyKey, concebido para alentar una conducción más segura limitando los riesgos del usuario. Este dispositivo faculta al propietario, por ejemplo un padre de familia, para limitar la velocidad y el volumen de audio (lo silencia hasta que los cinturones están abrochados) cuando el vehículo va a ser conducido por otra persona; el sistema impide también la desactivación de los sistemas y alertas de seguridad.
En el vano delantero del modelo destaca la aportación de una gama de motores liderada por la tecnología EcoBoost. Este tipo de mecánicas gasolina, de baja cilindrada y elevado rendimiento, pretende marcar un cambio de tendencia en las preferencias del público. Ford no es el único fabricante, pero sí el más decidido, a la hora de apostar por las cualidades de estos propulsores modernos y eficientes como alternativa a los clásicos de gasóleo. El Fiesta propondrá dos variantes EcoBoost 1.0, unidades de tres cilindros con inyección directa y sobrealimentación por turbo, una con 80 caballos y otra de 120. Estos propulsores se conforman con 4,9 litros de gasto medio en el B-Max, modelo que oferta también una variante EcoBoost de 100 CV; el C-Max plantea otra 1.6 de cuatro cilindros con 150 CV. La gama diésel del Fiesta contempla variantes TDCi de 70 y 95 CV.