BILBAO. El director general de la patronal española de empresas siderúrgicas Unesid, Andrés Barceló, analiza la situación del sector acerístico, muy afectado por la fuerte caída de la demanda en especial en el segmento de la construcción.

¿Qué balance hacen del pasado año en la industria del acero?

La primera impresión es obvia: 2012 no ha sido un buen año. Ha sido un ejercicio complicado en el que la producción total en España se ha reducido un 13% hasta situarse en unos 13,6 millones de toneladas. Ha sido un año complicado que ha incluido el cierre definitivo de alguna instalación, caso de Madrid, o los cierres parciales de otras debido, fundamentalmente, a la baja demanda en segmentos como la construcción y la industria.

¿Qué caída de la producción están afrontando las empresas?

Si comparamos la producción actual con la media de los años 2006-2007-2008, la industria del acero en España fabrica un 27% menos, una cifra respetable.

¿El pasado ejercicio hubo instalaciones cerradas temporalmente?

Sí. Por razones de baja demanda en la CAV, por ejemplo, tuvieron parada varios meses la acería compacta de Sestao, del grupo Arcelor Mittal. Adicionalmente, y por razones puramente técnicas, también estuvo parado un horno alto en Asturias y ello incidió negativamente en una menor producción de acero.

¿Qué imagen se tiene en el sector de la acería compacta de Sestao?

La verdad es que es una fábrica excelente, competitiva, muy flexible que produce chapa de acero de espesores finos muy buena. Su único problema competitivo puede ser en un momento dado el de los costes de la energía eléctrica.

En el sector del acero en Euskadi con todas las acerías de horno eléctrico el precio de la energía es clave en su competitividad.

Efectivamente, y aquí tenemos un problema. La industria tenía unos precios eléctricos competitivos antes de la supuesta liberalización del sector hace un lustro. Ahora pagamos unos precios mayores que la media europea, con todo lo que ello supone negativamente para una industria intensiva en consumo energético y que tiene que exportar dada la atonía del mercado español. Además, lo más grave es la tremenda incertidumbre regulatoria. No podemos estar un sábado tras otro pendientes de lo que aprueba el consejo del ministros el viernes en algo que afecta de manera notable a nuestros costes y que cambia de un día a otro. Llevamos ya media docena de reformas. La industria del acero necesita un escenario estable y ahora hay una falta de seriedad regulatoria.

Analizando la evolución por segmentos y productos, no todos han evolucionado igual.

En 2012 los aceros aleados tuvieron un mejor comportamiento que los de acero común. En hojalata, un producto que no sigue el ciclo general, las cosas no evolucionaron mal pero, por ejemplo, en corrugados la tremenda caída de la construcción ha pasado factura y en cinco años se ha pasado de producir 4,6 millones de toneladas a solo 2,2 millones.

¿Cómo se presenta 2013 para la industria del acero en el Estado?

Las empresas han hecho los deberes y no esperamos ningún cierre de instalación. Con la ayuda de la exportación esperamos que la producción, con el horno de Asturias abierto, se recupere ligeramente. Que la industria de automoción siga en España es una buena noticia que debería ayudar al sector.