madrid. La integración definitiva de Banesto en el grupo Santander, al que pertenece desde hace casi dos décadas, supondrá la desaparición de una marca con 110 años de historia, que tuvo un importante papel en el desarrollo industrial español.

La historia de las dos entidades se unió en 1994, cuando la entidad de Emilio Botín se adjudicó en subasta la entidad intervenida meses antes por el Banco de España.

Pero fue en diciembre de 1993 cuando Banesto vivió su momento más difícil. Aquel día, el supervisor decidió destituir a todo el consejo de administración, presidido entonces por Mario Conde, quien acabó cumpliendo pena de cárcel por su gestión al frente de la entidad.

Esta intervención puso fin, no solo a la ascensión meteórica de Conde, entonces considerado un advenedizo de la banca, sino también a la fuerte expansión de la entidad, que llegó a acumular una importante cartera industrial y estar entre los cinco grandes del sector financiero.

Años antes de su intervención, Banesto protagonizó otro incidente, del que salió airoso, con el lanzamiento de una opa hostil por parte del Banco de Bilbao, en noviembre de 1986. Días antes, el Bilbao había propuesto a Banesto una fusión, que fue rechazada.

Banesto era ya en esa época uno de los grandes de la banca española, gracias a las expansión territorial que vivió en los años 70, y que le llevó a abrir oficinas en muchos de los puntos de la geografía española donde no había presencia financiera.

En sus momentos de máxima expansión, llegó a contar con más de 2.000 oficinas. Hoy en día tiene 1.698, muchas de ellas solapadas con el Santander.