Vitoria. El ERE fue concebido como un mecanismo temporal para mantener a flote la empresa sin recortes de plantilla. De hecho, el tipo de ERE más utilizado es el que conlleva medidas de suspensión de contrato, es decir, el que, ante la caída de la carga de trabajo, reparte los descansos forzosos entre todos los trabajadores para que ninguno quede fuera definitivamente a la espera de que la situación mejore. Pero la concepción ideal de lo que debería ser un expediente se desmorona a medida que avanza la crisis. En 2009, el año en que las medidas de regulación azotaron la CAV con más fuerza, apenas tres de cada cien afectados por ellas perdieron el empleo. En lo que va de 2012, pese a que los ERE alcanzan a menos trabajadores, los despidos afectan a uno de cada diez.
Según el Consejo Vasco de Relaciones Laborales (CRL), entre enero y octubre los expedientes de regulación presentados al Gobierno vasco incluyeron a un total de 32.500 empleados, de los que 2.878 se sumaron a las listas de Lanbide. La primera de las cifras no es la más alta de la crisis, pero sí lo es la segunda.
Aunque en 2012 ha habido un repunte de los ERE y aún faltan dos meses para cerrar la contabilidad del año, el total de afectados se quedará muy lejos de la cifra de 2009. Aquel año las medidas de regulación alcanzaron a cerca de 70.000 vascos. Fue la primera gran cornada de la crisis al tejido productivo vasco, que aún así mantuvo el tipo. Del total de afectados por ERE autorizados por Lakua, perdieron el empleo 1.978, es decir, el 2,8%, mientras que el resto se vieron inmersos en medidas de suspensión o reducción de jornada.
Las empresas, con margen todavía para maniobrar, recurrieron a los beneficios que les aporta la regulación de empleo pero con la idea de capear el temporal y recuperar más adelante toda la mano de obra. Se podría decir, por tanto, que en aquel primer año de crisis se cumplió en buena medida la filosofía del ERE.
Ya en 2010 la relación entre las medidas de extinción -despidos- y las de suspensión y regulación empezó a cambiar. Fueron menos los empleados incluidos en los ERE pero más los que perdieron el empleo respecto a 2009. De esta forma, el porcentaje de despidos respecto al total de trabajadores afectados subió al 5,7%. El año pasado, la relación subió al 8,5%, al bajar el total de afectados y mantenerse prácticamente constante el número de despidos.
El presente curso lleva camino de dar otro salto en la misma trayectoria. Los datos del CRL hasta octubre muestran un claro repunte de los ERE auspiciado, por un lado, por la recaída de la economía vasca, técnicamente en recesión desde el primer cuarto del año, y, por otro, por la puerta abierta por la reforma laboral a las medidas de regulación al eliminar la autorización previa de la administración. Desde febrero solo el juez puede dar marcha atrás a un expediente, un filtro que de momento no está frenando a las empresas.
récord de despidos Esta combinación ha duplicado los trabajadores incluidos en un ERE en los diez primeros meses de 2012 respecto a 2011. Además, el número de despidos crece un 123%, es decir, se multiplica por más de dos, hasta alcanzar su cota más alta de la crisis. Casos como el de Formica, Laminaciones o el de Corrugados Azpeitia elevan los despidos en lo que va de año hasta cerca de 3.000, alrededor de un millar más que en los años previos de crisis. No es de extrañar en ese sentido que 2012 esté siendo un año negro para el mercado laboral vasco, con más de 25.000 nuevos parados.
Además, aún faltan por computar noviembre y diciembre, meses que engordarán la lista de los ERE. En noviembre presentaron expedientes de extinción, entre otras firmas, Guardian de Laudio, en ese caso para 139 contratos, Fosroc Euco, para 21, y Mondi Ibersac, para 31. Hasta octubre el porcentaje de despidos sobre el total de medidas de regulación es del 9%, pero todo apunta a que al cierre de 2012 se acercará al 10%. Uno de cada diez empleados incluidos en un ERE acaba en el paro, lo que da muestra de que la capacidad de maniobra de las empresas se acaba, sin constancia aún de cuándo se saldrá del bache.
La evolución es incluso peor que en el resto del Estado. Si hasta octubre en Euskadi el número de afectados por ERE se ha duplicado, en el Estado ha crecido un 50%, un ritmo bastante más lento. Aún es mayor la brecha si se computan solo los ERE con despidos. Frente al crecimiento del 123% en la CAV, en el Estado el aumento es del 23% -cifra que subirá con los drásticos ajustes anunciados por Iberia, Aena o los bancos-.
Eso no significa que las empresas españolas despidan menos, sino que el grueso del ajuste lo realizaron antes. Las empresas vascas pudieron resistir mejor el chaparrón de 2009, pero tras cuatro largos años de caída del consumo, la demanda y el crédito, recortar plantilla se vuelve la opción más recurrida.