BRUSELAS. Tras casi doce horas de intensas negociaciones, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, decidió "suspender" la reunión de la eurozona con el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y reanudarla el próximo día 26 para seguir trabajando en "detalles técnicos" de algunos elementos del rescate.
Ante este jarrón de agua fría para Grecia y toda la eurozona, Juncker dejó entrever su frustración por la falta de un acuerdo que él horas antes todavía veía posible, al asegurar que, "sobre Europa, no estoy nunca desilusionado porque ya nunca me hago ilusiones".
"Estamos cerca de un acuerdo pero hay que llevar a cabo verificaciones técnicas y hay que hacer cálculos financieros, pero hacerlo a esta hora de la noche ya no era posible y por eso hemos interrumpido la reunión para retomarla el lunes", explicó Juncker a la salida del Eurogrupo a los medios de comunicación tras desconvocar la tradicional rueda de prensa.
El también primer ministro de Luxemburgo aseguró que la reunión no ha fracasado por culpa de nadie, dado que no ha habido grandes desacuerdos políticos en el Eurogrupo, pero, explicó, encontrar las fórmulas de financiación y la forma de garantizar la sostenibilidad de la deuda griega debe hacerse de la manera "más apropiada".
Juncker admitió que con el fracaso de la reunión de hoy también queda de nuevo en el aire la fecha del desembolso del próximo tramo de ayuda para Grecia, que asciende a 31.500 millones de euros, al reconocer que no sabe cuándo se liberará el monto.
No obstante, destacó los esfuerzos realizados por Grecia y aseguró que el país "ha cumplido, ahora nos toca a nosotros cumplir".
De hecho, en un comunicado difundido al término de la reunión, los ministros de Finanzas de la eurozona afirman que "todas las acciones previas" exigidas a Grecia de cara al Eurogrupo de hoy se han cumplido, algo que también destacó el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble a la salida del encuentro.
Pese al fracaso de la cita de hoy, Juncker explicó que el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, "no tiene intención" de abordar el futuro del rescate griego durante la cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará el jueves y el viernes en Bruselas.
Los países que comparten la moneda única aseguraron que han "avanzado" a la hora de identificar iniciativas creíbles encaminadas a contribuir de manera significativa a la sostenibilidad de la deuda griega, aunque ninguno quiso revelar más detalles al respecto.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, señaló por su parte que el Eurogrupo está cerca de cerrar el agujero fiscal de Grecia para los próximos años, pero recalcó que aún queda trabajo por hacer para llegar a un acuerdo.
Schäuble reveló además que se ha definido "un mecanismo de control mejorado" para garantizar que Grecia cumpla con los ajustes y las reformas exigidas e informe debidamente a sus socios de los pasos que da, pero también admitió que no ha sido posible un acuerdo porque las cuestiones que quedan por decidir "son tan complicadas".
La sostenibilidad de la deuda griega es uno de los elementos que quedan por cerrar, dado que Grecia debería inicialmente reducirla al 120 % de su PIB en 2020 si no se prolonga el calendario hasta al menos 2022, como defiende la eurozona.
El otro elemento se refiere a las necesidades de financiación de Grecia.
Un informe de la troika determinó que Grecia necesitará una ayuda adicional de 32.600 millones de euros hasta 2016 si se tiene en cuenta la extensión de dos años para acometer los ajustes exigidos y alcanzar un superávit primario -antes del pago de intereses- del 4,5 % de su PIB.
En concreto, las necesidades de financiación de Grecia se elevan así a 15.000 millones de euros para cerrar el agujero fiscal hasta 2014 y a 17.600 millones de euros en 2015 y 2016.
Ante el rechazo general de los países a una eventual quita de la deuda griega que tienen acreedores públicos, los ministros intentan cuadrar las cifras mediante una combinación de medidas.
Entre otras, se estudia desde una nueva reducción de los intereses que la eurozona cobra a Grecia por préstamos bilaterales, a una recompra de deuda por parte de Atenas, algo que los expertos consideran complicado.