Bilbao. Un país empobrecido, desesperanzado y enfadado con buena parte de su clase política apenas recuerda estos días que hace 20 años, unos 500 trabajadores siderúrgicos vascos (y otros 250 asturianos) se fueron andando desde las orillas del Cantábrico a Madrid para defender el mantenimiento de la siderurgia integral en el Norte del Estado, Altos Hornos de Vizcaya y Ensidesa, y garantizar las mejores condiciones posibles a los trabajadores excedentes de uno más de los procesos de ajuste, entonces llamados reconversión, de la industria. La denominada marcha de hierro puso sobre la mesa unas palabras mágicas: solidaridad y lucha. El resultado, dos décadas después, es que Euskadi y Asturias siguen produciendo acero aunque Ensidesa y Altos Hornos de Vizcaya (AHV) sean historia.
Tres antiguos operarios de Altos Hornos rememoran en los locales de la Fundación de Trabajadores de la Siderurgia Integral, en Barakaldo, cómo se desarrolló la marcha y sus consecuencias. El presidente del comité de empresa de Altos Hornos de Vizcaya, el representante del sindicato UGT, Txema Rodríguez, y dos compañeros, Juan Santacoloma y Paco Arana recuerdan, tamizados por el paso del tiempo, esa historia.
Hace 20 años, un 9 de octubre, paraguas en mano, "llovía a base de bien cuando salimos y los días siguientes, en especial en Orduña, ni te cuento", unos 500 trabajadores de Altos Hornos de Vizcaya (AHV) iniciaron la marcha de hierro hacia Madrid en protesta por las regulaciones de empleo previstas en las empresas siderúrgicas AHV y Ensidesa, unidas en la CSI, que suponía eliminar los hornos altos en Sestao, reducir capacidad de producción y eliminar unos 10.000 puestos de trabajo entre AHV y Ensidesa. Curiosamente, el plan estratégico que contemplaba la fusión de las dos compañías en una sola estaba defendido en Madrid por un ministro de Industria vasco, el bilbaíno Claudio Aranzadi.
El cierre de AHV Txema Rodríguez, electricista en la colada continua, recuerda que "el ajuste se veía venir porque había una exigencia europea de reducir capacidad en la siderurgia española y AHV tenía más papeletas para salir peor parada que Ensidesa". Para Rodríguez, una vez que las cúpulas de los sindicatos idearon el ir andando durante 18 días a Madrid, el apoyo de la plantilla fue muy importante. "Se limitó el número de trabajadores que iban a participar, por razones logísticas y porque en la fábrica había que seguir produciendo pero la mayoría se ofreció voluntaria para ir andando".
La marcha salió desde el ayuntamiento de Bilbao, cuyo alcalde, Josu Ortuondo, "no se portó muy amablemente con nosotros", recuerda Paco Arana, maestro de laminación, con 52 años cotizados a la Seguridad Social, -una enormidad hoy en día, "es que entré a trabajar en Altos Hornos con algo menos de 14 años. Era otra época"-, con el apoyo de centenares de compañeros, familiares y vecinos que acompañaron a los obreros durante los 21 kilómetros de su primera etapa, que finalizó por la tarde en Llodio (Álava) bajo una intensa lluvia. Allí se les unieron otros 50 trabajadores de las factorías navarras de Laminaciones de Lesaka.
En solidaridad con los marchistas, todas las plantas de las empresas afectadas por la protesta secundaron un paro de 24 horas en rechazo al plan de viabilidad presentado por la Corporación de la Siderurgia Integral (CSI). Para Txema Rodríguez el mayor recuerdo, y el mejor, más allá de la dureza puntual de la marcha, fue "la solidaridad que se nos brindó durante todo el recorrido por donde pasábamos. Mucha gente nos recibió con los brazos abiertos. Eso, y el gran ambiente de compañerismo pese a las lógicas tensiones".
Para Jaime Santacoloma, trabajador del departamento de calderas en instrumentación, "entré en AHV en el famoso mayo de 68", la decisión de ir andando a Madrid durante casi 20 días no le supuso mayor problema.
Caían lágrimas Para el trabajador de AHV, al igual que para sus compañeros, el recuerdo que pervive es el del apoyo y solidaridad que recibieron. A veces "se nos caían las lágrimas viendo el recibimiento de la gente". Aunque, de repente una sombra le viene a la memoria. "El alcalde de Buitrago de Lozoya nos amargó el día ya que nos dejó en un edificio abandonado hace 40 años que había sido una cuartel de la Guardia Civil y nos tuvimos que ir a Lozoyuela". Aunque varios miembros del comité habían preparado el recorrido y había apalabrados sitios para alojarse no todo fue fácil. "En Somosierra, con un frío importante, tuvimos que recurrir, -recuerda Rodríguez-, a los contactos políticos como el de José Luis Corcuera, posteriormente ministro de Interior, para que nos habilitaran sobre la marcha el edificio de una escuela sindical que nunca se había utilizado y aunque estaba terminado no contaba ni con luz, ni agua". Para Santacoloma, la mejor sensación fue "la entrada en Madrid, la manifestación, con tanta gente, incluidos familiares, compañeros, la unión con los asturianos. Nos emocionó mucho".
Paco Arana recuerda que "las asociaciones de comerciantes de la margen izquierda o las iglesias nos ayudaron mucho económicamente aunque los trabajadores, todos, aportamos 5.000 pesetas para sufragar la movilización". En Bizkaia se habían quedado muchos más trabajadores. Javier Marcos, de mantenimiento eléctrico, era uno de ellos. "Más allá de las comunicaciones del comité, seguíamos la marcha por la prensa". Aunque participó en un par de jornadas, "cuando libraba", Marcos dudaba que la marcha obtuviese resultados positivos para AHV. "Yo formaba parte de los escépticos. A diferencia de los que hicieron la marcha entera, en la fábrica había más tensiones por las diferencias de opinión sobre el futuro".
Al final reconoce que un aspecto positivo que se consiguió es que se siguió produciendo acero en la margen izquierda gracias a la acería compacta. "Había dudas iniciales sobre la calidad de las bobinas en comparación con las de los hornos altos" pero "se perdieron muchos puestos de trabajo". Javier Marcos, curiosamente, siguió trabajando hasta después del cese de la producción de AHV. "Como estaba en mantenimiento de instalaciones seguí unos años más en nómina".
Resultados La movilización de los trabajadores de AHV sirvió para que el ministro de Industria, Claudio Aranzadi, comunicara a los secretarios generales de las federaciones del metal de UGT, CCOO, ELA-STV, USO y LAB , -"en la marcha todos los sindicatos, fuimos tras la misma pancarta, hoy día no es fácil ver algo así"- que estaba dispuesto a negociar "el plan laboral" con mejores condiciones para los trabajadores excedentes pero se mantuvo el cierre de AHV. Eso sí la presión de los trabajadores combinada con las intensas gestiones del Gobierno Vasco del lehendakari Ardanza y de Jon Azua consiguió que el desmantelamiento de AHV que se produjo cuatro años después fuese acompañado de la creación de la acería compacta de Bizkaia, integrada en Arcelor Mittal, que produce los mismos 1,8 millones de toneladas que AHV.
Los resultados de la marcha de hierro veinte años después permiten a los trabajadores participantes recordar a las nuevas generaciones que "sin luchar no se obtiene nada".