Vitoria. La huelga general contra los recortes no fue un éxito. Nadie lo esperaba, ni siquiera los sindicatos convocantes, que vieron seguramente colmadas sus expectativas movilizando a sus afiliados y tomando de nuevo la calle en su ofensiva ante las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy. El seguimiento del paro en Gipuzkoa -donde contaba con el apoyo de la Diputación y el Ayuntamiento donostiarra gracias al respaldo de Bildu- y en la industria les permitió salvar los muebles, mientras que el pinchazo en Bizkaia y, sobre todo, en Álava y en la mayoría de las comarcas de Nafarroa puso en evidencia el cúmulo de circunstancias que concurrían para dificultar que la convocatoria fuera redonda.
Afrontaban ELA y LAB el exigente examen de la huelga en solitario, sin CCOO y UGT, algo que siempre limita el alcance. Lo hacían además apenas seis meses después del anterior paro general, el del 29 de marzo, que sí tuvo una respuesta masiva en Euskadi y la aportación de la militancia de los otros dos grandes sindicatos -convocantes en el resto del Estado. Aquella cita consumió gran parte del espíritu reivindicativo de unos trabajadores a los que se les ha pedido poco después que volvieran a renunciar a un día de salario. El mensaje central de los discursos posteriores a la manifestación principal en Bilbao supuso un reconocimiento implícito del desgaste que está sufriendo la estrategia de la huelga, forjada con seis convocatorias en algo más de tres años sin resultados aparentes.
Adolfo Muñoz y Ainhoa Etxaide pidieron a los políticos que den un paso al frente y lideren la desobediencia ante los recortes del PP. El llamamiento sonó a fin de ciclo, sin duda también por la cercanía de las elecciones vascas y el relevo en Ajuria Enea que se intuye.
El dato más objetivo que retrató el impacto de la huelga fue el del consumo eléctrico. A primera hora de la mañana, cuando toda la fuerza industrial está conectada a la red, el consumo de electricidad de la CAV registró una caída del 18%, mientras que en la convocatoria de marzo lo hizo en un 48%. Pararon menos fábricas y la mayoría de ellas en Bizkaia y Gipuzkoa, ya que el gasto energético sólo descendió un 9% en Álava.
seguimiento sectorial Ese dato es el espejo de la jornada. Salvo en territorio alavés, la industria respondió aceptablemente a la huelga -los convocantes cifraron el paro en casi un 60% en las grandes empresas-, pero no lo hizo el comercio en líneas generales, principalmente en las capitales y las grandes superficies. El 75% de la enseñanza pública paró, según los datos de los sindicatos abertzales, un cifra relativamente cercana a la del Gobierno Vasco, que afirmó que el 56% de los profesores no acudió a su puesto de trabajo.
ELA, LAB, STEE-EILAS, EHNE, HIRU, ESK, CGT, CNT y los 50 colectivos sociales que secundaban la movilización celebraron su "éxito" sin detallar el seguimiento por herrialdes. Sostuvieron su valoración en el muestreo que elaboraron entre 530 importantes empresas del País Vasco concluye que en el 56% de ellas ha secundado la huelga más del 70% de sus trabajadores.
También destacaron el seguimiento en la educación y en las administraciones públicas. Y reconocieron en cambio que en Osakidetza no tuvo gran incidencia a causa de los servicios mínimos. Confebask proclamó el "fracaso" de ELA y LAB en su "estrategia de confrontación" por "la creciente divergencia" que existe entre estos sindicatos y el conjunto de los trabajadores vascos. Los empresarios aseguraron que en la CAV el paro fue del 20%. En Nafarroa hubo comarcas con un seguimiento nulo y otras como la Sakana rondaron el 30%, según la patronal navarra.
El Gobierno Vasco se movió en las mismas cifras que Confebask y aseguró que la incidencia fue del 20% en el sector privado y del 25% en el público. El viceconsejero de Interior, Miguel Buen, calificó la huelga de "poco general" en cuanto a su seguimiento, pero con múltiples incidentes y piquetes "muy agresivos", aunque en la CAV sólo hubo cuatro detenciones y unas 15 en Nafarroa. En medio de la tradicional batalla de cifras el metro bilbaino funcionó con relativa normalidad y otro termómetro de las huelgas, El Cortes Inglés de la capital vizcaína, abrió sus puertas con retraso pero las mantuvo abiertas todo el día.