BILBAO. La CAV entró en zona crítica en el segundo cuarto del año. El PIB de la comunidad autónoma ya encadena tres trimestres en números rojos y lo que es más grave, se agudiza la caída de la actividad y crece el ritmo de destrucción de empleo. La recaída en la recesión es una realidad palpable en las empresas. La producción cae a plomo y se pierden puestos de trabajo a marchas forzadas, aunque sin llegar a las cifras desbocadas de 2009. Entre abril y junio la economía vasca se desplomó un 0,9% en términos interanuales y un 0,4% respecto al trimestre anterior. En los últimos doce meses se han destruido en torno a 22.300 empleos, según el Avance de las Cuentas Económicas presentado ayer por el Eustat.
Esas pinceladas emborronan el lienzo de la economía vasca, cada vez más irreconocible en el espejo. Anclada al devenir del Estado, los gestos y tics -y también algunos vicios y debilidades- del tejido productivo de la CAV se parecen cada vez más a los de España. El País Vasco se aleja definitivamente de los ritmos del continente. Se pega al rendimiento del Estado (-1,3%) en medio de la marejada del acoso a la deuda soberana y con el inminente rescate como trasfondo.
Esa es en esencia la foto que hace el Eustat del escenario en el que se desarrolla la actividad económica. La CAV profundiza en su caída debido a que la industria y la construcción ahondan en su deterioro, mientras que el sector servicios registra crecimiento negativo por primera vez desde finales de 2010. La agricultura y los servicios ofrecidos por la Administración mantienen un débil pulso insuficiente para amortiguar el deterioro.
El consejero vasco de Economía, Carlos Aguirre, destacó poco después de hacerse público el dato que su Departamento había pronosticado una caída del 1,3%. No le sonó mal a Aguirre mantener la bajada por debajo del 1%, pero la cifra de la CAV casi duplica el retroceso de la Eurozona y triplica la del conjunto de la Unión Europea.
La gestión de la autogobierno permitió al PIB vasco crecer por encima de Europa durante el largo periodo de bonanza que precedió a la crisis. Incluso fue capaz de mantener el tipo con los mejores durante varios trimestres cuando se demoronó el castillo de naipes del ladrillo en el todo el Estado, mientras el golpe de la crisis se amortiguó en Euskadi gracia a su menor exposición a la construcción y a su actividad industrial.
La situación ha cambiado. Ahora ni se construyen pisos ni se fabrican bienes. El sector terciario -el turismo, la hostelería y los servicios en general- tampoco carbura. Y la falta de respuesta a la crisis ha condenado a la Comunidad Autónoma Vasca a viajar en el vagón de cola de la economía europea, una zona en la que la ralentizada tracción de las locomotoras de la moneda única -Alemania y Francia- tarda una eternidad en llegar.
Habrá que esperar al próximo miércoles para conocer al detalle la estadística, si bien Eustat ya avanzó un descenso interanual del 2,3% en el empleo. Tomando como referencia la última serie del PIB ese porcentaje se traduce en la pérdida de unos 22.300 puestos de trabajo en los últimos doce meses.
destrucción de empleo El ritmo también aumenta en ese frente porque en términos interanuales se han destruido seis mil empleos más que en el primer trimestre del año. Y podía haber sido todavía peor: el paro creció en 4.800 personas entre el segundo y el primer trimestre frente al incremento del desempleo en 8.000 personas contabilizado hace tres meses.
La imagen se completa con otras señales negativas. Es el caso de la caída de la producción industrial vasca en julio (-9%), hecha pública esta semana y que arañará unas décimas al IPC en el trimestre actual. O el retroceso también en julio de cerca del 4% en las ventas en las grandes superficies, un termómetro oficioso del consumo que evidencia que el ciclo de estancamiento ha dado paso al de la recesión con todas sus letras. Además, el colofón al tercer trimestre lo pondrá la subida del IVA, una de las grandes incógnitas con las que afrontan las empresas su actividad. Una auténtica amenaza para el consumo que alimenta la espiral en la que se mueve la economía: Si no venden, las compañías reducirán la producción, necesitarán menos recursos humanos y los ciudadanos comprarán todavía menos. Por ello, el responsable vasco de Economía mostró su preocupación por la caída que se está produciendo en los destinos tradicionales de los productos vascos -precisamente Francia y Alemania-, que hasta la fecha "estaban sustituyendo la demanda interna".
"La industria vasca es muy dinámica y había logrado reemplazar el mercado español, en general, por el mercado europeo. Y el mercado europeo, desgraciadamente, tampoco está tirando mucho, y eso sí que ha tenido repercusión", explicó Carlos Aguirre en una entrevista en Onda Cero. Aguirre vinculó el empeoramiento del sector servicios a la "paralización" del consumo que genera "los ajustes del sector público". Una senda que es la bandera del Gobierno de Mariano Rajoy y de la que Europa no le dejará salirse cuando pida el rescate.