VITORIA. El Gobierno español, preocupado por el importe que ya alcanza el déficit tarifario, -nada menos que un desfase de 24.000 millones de euros entre los costes reconocidos y los reflejados en la tarifa que abonan los consumidores al cierre de 2011-, ha optado por una drástica medida para atajar la sangría. Y ella pasa por realizar una amplia reforma del sector energético y del sistema de remuneración, primas, a las diferentes energías que aportan al sistema.

El problema es que una de las medidas más acuciantes pasa, o por implantar nuevos impuestos o por reducir las primas que se pagan por algunas energías renovables, en especial las solares, primas que dispararían el déficit porque hay comprometidas más aportaciones termosolares de aquí a 2020.

En esta reforma energética hay dos grupos de interés claramente definidos. Por un lado el de las compañías eléctricas tradicionales: Iberdrola, Endesa y Gas Natural-Fenosa, y por otro, el de las firmas -ACS, Abengoa y Acciona- que han apostado por la energía solar al calor de las jugosas primas que recibe la generación eléctrica mediante esta tecnología.

El enfrentamiento entre ambos grupos es total y se ha trasladado al Gobierno español de Mariano Rajoy con un rifirrafe dialéctico entre el ministro de Industria, José Manuel Soria, el que tiene que dictar las normas básicas que guíen la reforma energética, y el de Hacienda, Cristóbal Montoro, que teme los efectos fiscales y financieros de unas medidas u otras, máxime si la propuesta inicial de Soria incluye la imposición de nuevos tributos a las diferentes formas de generar.

Más impuestos a la energía Estos nuevos impuestos, según Soria, oscilarían desde el 4% que gravaría a la generación tradicional, entendida como tal la hidráulica o la nuclear; el 11% que afectaría a la eólica pasando por el 13% de la termosolar y el 19% de la fotovoltaica. Estas tasas junto con las subidas del recibo eléctrico -hay consumidores que llevan un incremento del 60% en cinco años- tendrían que servir para acabar con el déficit de tarifa, -un invento de anteriores gobiernos del PP para diferir en el tiempo las impopulares subidas de la luz -.

Naturalmente nadie quiere que se le grave su generación en detrimento de sus beneficios. Así, la patronal solar, cuyos costes de generación son mucho más caros y sus primas más altas, alega que la Comisión Europea ha señalado que el déficit de tarifa no es solo responsabilidad de las renovables ya que en España hay una supuesta retribución excesiva a nucleares e hidráulicas, que cobran el precio de la electricidad al nivel similar al más alto del mercado a pesar de que son centrales amortizadas en parte.

Por su parte, las primera medidas del borrador de Soria que contemplaban tasas especiales a las nucleares y a los saltos de agua pusieron de uñas a las eléctricas, -generadoras de miles de empleos y tractoras de una industria auxiliar de componentes puntera a nivel internacional-, que tienen la obligación de garantizar el suministro eléctrico actual y futuro, y que temen que aplicar más tasas a sus fuentes energéticas más rentables, que en buena parte están amortizadas, hundiría sus beneficios y reduciría su capacidad de invertir lastrando la competitividad futura de la economía española. Según el ministro Montoro, la fijación de distintos impuestos a unas formas de generación eléctrica y a otras podría ser discriminatorio.

Por otra parte, la denominada triple A, formada por las compañías de construcción e ingeniería, ACS, Abengoa y Acciona, señala que un futuro marco fiscal que lastre en mayor medida las solares provocaría una fuga de inversiones extranjeras en energías verdes en el Estado. En este sentido, no es un secreto que numerosos fondos estadounidenses han invertido en las fotovoltaicas españolas al considerar que más que una inversión era, gracias a las generosas primas con que se remunera la generación eléctrica, una especie de renta fija. Hasta tal punto ha llegado la presión norteamericana en este punto que el propio embajador de EE.UU. en Madrid ha advertido al Gobierno español sobre los efectos de un posible recorte de las primas.

Todos coinciden en la complejidad de la reforma, que se realizará al parecer en dos partes, pero mientras tanto unos y otros temen ver perder beneficios y sacan sus lobbys a pasear.