Bilbao. Con el cierre de la central térmica de Pasaia, Euskadi acorta distancias entre el modelo energético convencional y un nuevo sistema de producción eléctrica basado en las renovables, además de poner punto final a la utilización del carbón como fuente de producción energética en esta comunidad. Con ese anuncio se da un paso importante -casi una zancada- para alcanzar el objetivo de un sistema orientado a "la consecución de una economía baja en carbono" con mínima dependencia de los combustibles fósiles y "el máximo despliegue de las energías renovables: eólica, solar en sus diferentes versiones, energías marinas varias, energía de la biomasa, y geotérmica", tal y como recoge la Estrategia Energética de Euskadi 2020.

En ese proceso de cambio de modelo, el carbón queda a un lado, en el otro extremo están el sol, las olas y el viento. Y entre unas fuentes energéticas y otras, el petróleo y el gas que alimentan tres de las cuatro centrales térmicas convencionales que hay actualmente en la Comunidad Autónoma Vasca. Así, junto a la central de Pasaia que funciona con carbón de importación, parte de la generación eléctrica actual de Euskadi procede de los ciclos combinados de Bahía Bizkaia Electricidad, Bizkaia Energía y Santurtzi. Esta producción convencional se complementa con un buen número de centrales de cogeneración -4 en Álava, 10 en Bizkaia y 21 en Gipuzkoa-, dos hidroeléctricas, 8 de biomasa y 4 parques eólicos -Badaia, Elgea-Urkilla, Oiz y el del Puerto de Bilbao-, así como numerosas termosolares.

el objetivo El objetivo oficial en el campo de la producción de energía eléctrica es aumentar la participación de la cogeneración y las renovables, de forma que alcancen el 22 y el 16% respectivamente. En cuanto al incremento de las fuentes renovables, se pretende un crecimiento del 87% de su aprovechamiento actual, lo que supondría incrementar la cuota en el consumo final del 8% al 14%. Esta cifra, aunque es un objetivo ambicioso, se situaría ligeramente por debajo del objetivo de cuota homologable a nivel europeo, que en el caso de la CAV tendría que ser de un 17% en 2020.

Recientemente el viceconsejero vasco de Industria y Energía, Xabier Garmendia, apuntaba que, "de manera creciente, estamos satisfaciendo nuestras necesidades energéticas con energías renovables, con cogeneración", de manera que "las térmicas convencionales prácticamente han desaparecido". Añadió que si la petición de Iberdrola de cerrar la central térmica de Pasaia "es aceptada por el regulador y el Ministerio, y le dan vía libre", las térmicas convencionales "dejarían de tener presencia en el País Vasco a partir de los próximos meses".

Según los plazos que maneja Iberdrola, propietaria y operadora de la central de Pasaia, tras presentar el pasado día 7 ante el Ministerio de Industria la solicitud para el cierre de la planta térmica, se espera que en cinco o seis meses haya una decisión. Si la respuesta es positiva se procedería a desmantelar las instalaciones, que ocupan terrenos propiedad de la Autoridad Portuaria de Pasaia. La planta, construida en 1967, tiene una potencia de 214,57 megavatios y funciona con carbón de importación. En los últimos años, según fuentes de Iberdrola, había reducido notablemente su actividad y su cierre obedece tanto a motivos medio ambientales como económicos.

La central de Pasaia es la de menor potencia instalada de las cuatro térmicas que hay en la CAV y aunque hace tiempo se barajó la posibilidad de sustituir la térmica de carbón por otra de gas, el descenso registrado por la demanda eléctrica en el País Vasco en los últimos años ha dejado este proyecto y alguno más en el tintero, ya que las necesidades de energía eléctrica se han reducido a consecuencia de la crisis y de la optimización de algunos procesos. De hecho, el pasado mes de abril el consumo eléctrico en la CAV fue un 11,3% inferior al del mismo mes de 2011. La mayor parte del descenso de la demanda eléctrica corresponde al sector industrial, que consumió un 18,3% menos que un año antes, mientras que el sector doméstico demandó un 5,5% más. El consumo eléctrico vasco acumulado en 2012 registra un descenso del 8%.

Dependencia exterior Junto a la eficiencia energética, que persigue un ahorro en el consumo, la Estrategia Energética de Euskadi 2020, plantea un suministro eléctrico más competitivo y bajo en CO2. Esta evolución en el modelo de generación es muy importante para un país como el nuestro que depende energéticamente del exterior en un 94% y que en los últimos diez años solo ha avanzado dos puntos en la tasa de autoabastecimiento. Se prevé que el aprovechamiento de los recursos renovables autóctonos pueda duplicar esa tasa de autoabastecimiento hasta el año 2020, con el objetivo de que en 2050 la independencia energética llegue al 50%. Según un informe de Greenpeace, al ritmo actual de introducción de las renovables y de sustitución de los parques nuclear y fósil, la transición a un sistema de generación cien por cien renovable podría alcanzarse antes del año 2050. Con motivo del anuncio de cierre de la central de Pasaia, la organización ecologista recordó que el cambio climático es el "mayor problema ambiental global" al que se enfrenta la Humanidad y que la quema de carbón para la producción eléctrica es "la mayor fuente de emisiones de CO2 por KWH producido, por lo que dejar de quemar carbón es ir avanzando en la dirección correcta". En el conjunto del Estado español la progresiva descarbonización del sistema eléctrico en años pasados tuvo un reflejo claro en la reducción del coeficiente de emisiones -en 2008 fue de 390gCO2/kWh y en 2009 de 270gCO2/kWh-. Sin embargo, en 2011 las emisiones de dióxido de carbono se dispararon un 25% como consecuencia de la aplicación de las ayudas al carbón y las subvenciones para la utilización de este combustible fósil español en las centrales térmicas.

Según el CES Vasco, "la estimación de la capacidad de las energías renovables en Euskadi muestra que existe un potencial sin explotar muy significativo". Su aprovechamiento permitirá duplicar la generación renovable actual de electricidad y de calor hasta 2020. En esta década el proceso se sustentará en energías maduras como la eólica terrestre y las renovables térmicas, y más adelante en los recursos energéticos que genere el mar.