Vitoria. ¿Qué porvenir hay con un gobierno como el del PP que ha batido el récord de estar quemado en seis meses?
Llama poderosamente la atención porque sucede a otro gobierno que estaba absolutamente quemado y que terminó de muy mala manera con un índice de popularidad bajísimo, con pésimos resultados y con una sensación de fracaso importante. El presidente Rajoy no da señales de tener controlada la situación en absoluto. No transmite la confianza necesaria para poder avanzar. Todas las políticas que se están aplicando parecen dictadas exclusivamente por el contable de turno del ministerio de Hacienda. No parece que los ministros tengan una política determinada a seguir, nadie defiende su propio departamento y eso es lo peor que se puede tener en un gobierno.
¿Cuál es la salida a esta situación?
No es nada fácil remontar una situación como ésta. Una de las primeras cosas que necesita España es un rescate oficial explícito u oficioso pactado, pero que suponga la claridad del escenario futuro a alcanzar. No se puede pedir a todo el mundo estar permanentemente viviendo, viernes tras viernes, un nuevo decreto, un nuevo ajuste sin saber para qué, ni hacia dónde.
¿Esta actuación política tiene consecuencias negativas para Euskadi?
Las circunstancias son malas en general para cualquiera que esté dentro del paraguas del Estado. No son la mejor noticia para nosotros porque la propia imagen de España nos arrastra y tapa en el 90% de los lugares a los que vayas como imagen diferencial de Euskadi. Las medidas de transformación que necesita España no son exactamente las mismas que le hacen falta a Euskadi para seguir avanzando. Las políticas que van a tener que aplicarse en ese supuesto nuevo modelo económico, en el supuesto de que alguien lo tuviera en España para abandonar el mundo del ladrillo hacia la industria, y no digo nada a la industria del crecimiento, que necesitaría una inversión de 15 o 20 años, no son las que necesita en este momento Euskadi. Euskadi tiene una base diferente que necesita un apoyo mucho más directo en procesos de internacionalización, en seguir avanzando en inversión tecnológica, en infraestructuras. No nos sobran los AVEs de turno, ni una serie de infraestructuras, porque perdemos el ritmo.
¿En qué medida puede afectar a Euskadi la emisión de los hispabonos que prevé el Gobierno del PP?
A nosotros ya nos penaliza, primero por estar en una situación muy distinta al de otras comunidades autónomas, en cuanto a sus finanzas públicas y, en segundo lugar, porque va a tener unos tipos de interés diferentes a los que nosotros realmente tenemos. Va a tener que pagar unas primas por encima de las que tendríamos nosotros e impedir que podamos tener nuestra propia emisión y financiación adecuada. Todo ello va a generar una serie de dificultades adicionales.
¿Se puede concluir que las políticas que está llevando a cabo el Gobierno español están lastrando el desarrollo futuro de Euskadi?
No lo diría así, porque parecería que cualquier política que apliquen nos va a provocar un aumento del paro. Lo que digo es que las políticas que se aplican en general no son facilitadoras de lo que, en este momento, necesita la economía que tenemos. Las economías pasan por determinados estadios. El estadio por el que está pasando la economía española es un estadio de eficiencia de recuperación, ordenación y transformación que no es la que tiene Euskadi. Euskadi está en una etapa hacia la innovación, la alta y media tecnología que tiene otro tipo de valor y papel que jugar.
Luego existen dos velocidades...
Las políticas que haga el Estado van a absorber todos los recursos y nosotros vamos a tener que estar en una situación más delicada y complicada.
¿Las empresas vascas deben priorizar la marca Euskadi, frente al valor negativo que tiene la marca España?
Lo que pasa es que eso no es una campaña publicitaria. Esta sensación que está haciendo España con el made in Spain donde reúne a un grupo de empresarios con el Rey en Nueva York tiene poco valor si se busca la diferenciación. Agrupar nuestras empresas en ese objetivo tiene muchas dificultades. En primer lugar, porque no tenemos los resortes que tiene un Estado y, en segundo lugar, porque es muy difícil transmitir en el exterior la imagen Euskadi de una manera tan directa. Es decir, explicar lo que realmente es nuestro diferencial económico y los distintos ratios que tenemos. Eso es lo que intentamos hacer todos los días los empresarios que salimos al exterior, pero no es tan evidente que de la noche a la mañana se consiga convertir y convencer a la gente sobre lo que es Euskadi. Hay que explicar que se tiene acceso a una financiación diferente, un saneamiento público y un régimen económico financiero diferente. La letra gorda es que las comunidades autónomas son un desastre.
¿Hay que hacer pedagogía hacia el exterior para vender el hecho diferencial vasco?
Hay que hacerla tanto al exterior, como hacia el interior. No para vender motos averiadas o decir que somos mejores, sino para manifestar que tenemos un tejido económico distinto, una situación económico financiera distinta y unos objetivos y proyectos que nos sitúan en un estadio diferente. Como consecuencia de eso, objetivamente, necesitamos unas estrategias y políticas financieras, industriales, tecnológicas, de innovación y educativas distintas. Necesitamos una serie de cosas diferentes. Es cuando cobra un valor enorme lo que durante muchos años algunos hemos intentado defender, se llame autogobierno o independencia. Hoy son más evidentes.
¿El Gobierno Vasco está utilizando todos los resortes que le confiere el autogobierno en esa defensa del autogobierno?
Honestamente, creo que no. Las medidas que este Gobierno pueda intentar o decir que va a poner en marcha, no son creíbles. Es un Gobierno que durante tres años ha estado ausente de ese espacio diferenciado. Para poner en marcha una serie de instrumentos y recursos diferenciados en este país, lo primero que se necesita es un compromiso y una complicidad interinstitucional. Lo que se hizo hace tres años fue paralizar todos los proyectos estratégicos que estaban en marcha, tratar de cuestionarlos y ponerlos patas arriba. Durante la gran parte de esta legislatura se ha querido hacer un seguidismo del Gobierno Zapatero, que fue un Gobierno malo, y que no dio respuesta a las necesidades requeridas. La sensación que tengo es que nuestra sociedad no está esperando ya nada de este Gobierno. Es triste decirlo, pero la sensación es que cuanto antes se acabe, mejor, y confiemos en que la opción que pueda surgir del Parlamento venga con otras ideas y otros esquemas.
Sin embargo, puede recoger una herencia complicada...
No solo va a tener una herencia complicada, sino que va a entrar en una situación difícil, ya que, por un lado, está la situación negativa del Estado, con una serie de medidas y actuaciones para controlar e impedir que determinadas comunidades autónomas, en este caso la nuestra, pueda hacer algún movimiento diferente. Adicionalmente hay que poner en marcha mecanismos distintos. Algunos, desgraciadamente, siguen estando supeditados a la voluntad unilateral del Gobierno central, como el hecho de las transferencias. Hay que dar por sentado que eso no nos lo van a dar, por lo menos, en un plazo inmediato. Sin embargo, creo que hay que exprimir el Concierto Económico, la capacidad de financiación y endeudamiento, aunque suene mal decirlo en este momento, para determinados proyectos diferenciales y que pueden marcar una situación. No podemos tolerar y llegar dentro de unos años con tasas importantes de desempleo, ni siquiera como la que tenemos ahora; ni dejar desasistida a una población que cada vez está pasándolo peor y quedándose sin unos ingresos mínimos para poder subsistir; ni que de la noche a la mañana un sistema sanitario pueda destrozarse o caer; ni que el estado de bienestar se caiga sin más y que nuestras infraestructuras se paralicen. Tenemos que hacer un esfuerzo y un sacrificio intergeneracional. En este sentido, es mucho mejor anticiparse con una cofinanciación con cargo a las posibilidades que permite el Concierto Económico para no paralizar y retrasar hasta el año 2020 la entrada, por ejemplo, del TAV a las ciudades.
¿Usted sería partidario de emitir los euskobonos del Gobierno Vasco de hace algunos años?
Sí. Hoy sería difícil, porque tenemos unas limitaciones. En primer lugar, el propio nivel de deuda y la percepción externa que puede haber en los mercados a los que se podría acceder. Euskadi estaría por razones objetivas en mejores condiciones para emitir bonos que el Estado, sin embargo, puede tener una limitación de buscar una asimilación. Yo estoy convencido de que hay capacidad en los mercados exteriores para poder entrar en financiaciones para proyectos con cara y ojos y comenzar su ejecución mañana mismo.
¿La crisis está provocando que los ciudadanos vascos estén descubriendo los valores del autogobierno por encima de los principios políticos?
Hay mucha gente que no interioriza demasiado lo que pueden ser los conceptos políticos e ideológicos que hemos venido manejando durante mucho tiempo. Esta situación la enmarco en haber transmitido que el autogobierno es bienestar, desarrollo económico y gestión económica y no solamente una declaración ideológica, que también lo es. Por eso queremos un autogobierno, no para volver al siglo XVI, sino para construir el siglo XXII. Empiezan a valorar que hay una gestión diferente a lo largo de muchos años, que se ha hecho una apuesta distinta por políticas que para algunos pudieron parecer equivocadas y ahora ven que la realidad es que la foto que pueden ver del Estado español es que hay un diferencial enorme en el que Euskadi está siempre en primer lugar. Muchos de ellos no van a pasar de la noche a la mañana a declarar la independencia o apoyarla. Son los que dirían que el plan Ibarretxe era hace dos años una solución extraordinaria, entendiéndolo como un modelo distinto de relación con el Estado. La realidad está demostrando que la crisis es diferente en Euskadi y en el Estado, lo que puede dar origen a una mayor profundidad en las relaciones de bilateralidad con el Estado.
¿Viendo este resultado, a día de hoy sería factible una Euskadi independiente?
Sí; no veo por qué no, sin embargo, hay que matizar una Euskadi independiente desde un punto de vista económico. Hoy, en el mundo, ningún espacio económico es independiente en términos históricos o clásicos. Lo que hay es una enorme interdependencia en el que una economía está vinculada a otra y existe una correlación de manera importante, pero tenemos que tomar la decisión de poder acercarnos o alejarnos de una determinada estrategia o de una determinada política. Hoy, la dimensión como país se ha relativizado una barbaridad. Es un mundo en red diferente, de espacios totalmente heterogéneos y distintos que pueden permitir un avance y un desarrollo distinto. Adicionalmente, la manera más sencilla y eficiente de resolver los problemas y las demandas sociales son las unidades más pequeñas. Una unidad como puede ser Euskadi tiene unos mecanismos y unos sistemas de control infinitamente mejores de los que pueden tener otros. Su modelo institucional y la manera de compartir una serie de cuestiones permite poder controlar y saber si las cosas se han hecho bien y en donde se han podido producir desviaciones. Eso es tremendamente importante, sobre todo, cuando hay mucha incertidumbre.