Vitoria. "Aparcaremos la crisis cuando los autónomos de este país crezcan de forma sostenida", aseguraba recientemente Lorenzo Amor, presidente de ATA -Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos- durante una visita a Vitoria. Dibujaba entonces el presidente un escenario esperanzador que sin embargo, con los últimos datos en la mano, se antoja todavía lejano y confuso, al menos en lo que a este colectivo se refiere en Euskadi. Porque según la última radiografía de ATA, la afiliación a la Seguridad Social en el País Vasco descendió en 60 autónomos diarios en los dos primeros meses de este año, quedando la cifra de personas afiliadas por cuenta propia en 175.500 profesionales, 5.000 menos que hace un año a estas mismas alturas.

Pero si malo es el dato, peor es el panorama que se presenta. Meses venideros cargados de incertidumbre, nuevas imposiciones, dolorosos recortes y lamentables tasas de desempleo que, inevitablemente, provocarán el cierre de cientos de pequeñas y medianas empresas, el sustento del tejido empresarial del país. El presente y el futuro a medio plazo es ése, se empeña en subrayar el Gobierno de Mariano Rajoy, sumiso desde que accedió al cargo a las políticas restrictivas que impone la Alemania de Angela Merkel.

Pero, ¿qué se puede esperar de esta angustiosa situación? Hay quien apela a la pura resignación, asumiendo que la ciudadanía volverá a ser más pobre. Pero los hay que están dispuestos a "pelear" y "hacerse escuchar ante quien haga falta" antes de hundirse en el barro. Es el caso de los autónomos, esa figura históricamente pagana de todas las crisis, el saco que lo aguantaba todo y que, curiosidades de la vida, ahora parece erigirse como el salvavidas del Gobierno. Una simple ecuación podría confirmar esta teoría. En estos momentos existen en España 3,5 millones de autónomos, pues bien, si todos ellos contrataran a día de hoy a un trabajador "el problema se resolvía de un plumazo", sugería hace unos meses en una entrevista con este periódico Manuel Teruel, presidente de la Confederación de Cámaras de Comercio.

Consejos para el gobierno Pero la solución no es tan sencilla. Y la mejor prueba es que el paro, salvo milagro, continuará creciendo a lo largo de los próximos meses según advierten todos los indicadores. Ante esta tesitura, urgen las medidas; recetas nuevas para tiempos nuevos, y en ese capítulo, el autónomo alavés está dispuesto -siempre lo ha estado- a arrimar el hombro.

Cuando se cumplen 100 días de la aprobación de la polémica reforma laboral, un nutrido grupo de representantes alaveses ofrece su particular medicina para capear la crisis al tiempo que aventura una serie de recomendaciones para el Gobierno de Mariano Rajoy al que, entre otros, solicitan con insistencia ninguna sumisión a Europa.

Aunque con matices, prácticamente todos coinciden en la necesidad de la puesta en marcha de dicha reforma, aunque se haya quedado coja en muchos aspectos. De esta forma, si lo que se pretende es incentivar el empleo lo que habría que hacer es abaratar las contrataciones y no los despidos. "A medio plazo la reforma resulta poco rentable para las empresas", advierte en esta línea María Sanz, de AZ Participación. Acostumbrado este colectivo a nadar siempre entre la angustia y la incertidumbre, es palmaria la asunción de que la actual crisis "nos hará más pobres que hace unos años", como defiende Javier García, de Optimitive, y que la necesidad de un cambio drástico del sistema resulta inevitable. Un cambio para retomar los valores perdidos en los últimos años y un cambio en el modelo de negocio del país. En definitiva, redefinir de arriba a abajo, como apunta Ernesto Salazar, de Gasocentro, los fundamentos del rol político, delimitando las obligaciones y las responsabilidades de los políticos para que sus actuaciones sean "verdaderamente útiles" para el conjunto de la sociedad, eliminando los vicios y los privilegios de la clase política.

Resulta generalizada también la exigencia a Rajoy de "honestidad" y "valentía" ante la banca, los mercados y las grandes empresas, cuyas demandas "subjetivas e irreales", pide Elena Zudaire, sean desatendidas. "El sistema actual ya no funciona; sería bueno iniciar la transición hacia otro modelo económico al servicio del ciudadano, basado en preceptos sostenibles y de justicia social". Más concreto se muestra Jordi Monreal, uno de los socios fundadores de Tecdoa, cuando exige al Gobierno que piense como una empresa privada y ejecute las acciones en consecuencia, buscando lo que realmente quiere ser. Algo parecido, ejemplifica, a lo que ocurrió en Japón en los 80.

Bajando al barro, su paquete de medidas al Gobierno incluyen aspectos como la homogeneización fiscal de todas las autonomías, la optimización de los trámites administrativos o la primacía de la I+D+i aplicada, un aspecto fundamental para el progreso del país. "Cualquier inversión en este campo siempre será poca", advierte. Otros colegas aconsejan controlar los costes al detalle, optimizar los recursos sin menospreciar la calidad del producto o fomentar una cultura positiva por el emprendimiento que no estigmatize al que fracasa. Sin quererlo, avisa Patxi Huélamo, de Patxi Taxi, "esto también enriquece".