madrid. Con la prima de riesgo disparada ayer hasta los 507 puntos (es decir por encima de los guarismos que llevaron a la intervención de Grecia), todas las alarmas de rescate se dispararon ayer en Madrid, incluida la exigencia desesperada del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, a Bruselas para que la Unión interviniera en defensa de la "estabilidad" del euro. Ese llamamiento no surtió efecto, pero finalmente la presión cedió y el famoso diferencial entre el bono español a 10 años y el bono alemán de referencia (la llamada prima de riesgo) bajó hasta cerrar en 482 puntos (cinco puntos por debajo del cierre del martes). ¿Qué había pasado? La contundencia del llamamiento de Rajoy no explica la reacción positiva de los mercados sino más bien el rumor de que el Banco Central Europeo había vuelto a intervenir para comprar masivamente bonos españoles e italianos (también amenazados). De ser así (y pocos dudas de la certeza del rumor), el órgano emisor del euro se habría visto obligado a romper su voto de austeridad dos meses después para salvar a España y a Italia. Según los datos del mercado recogidos por Efe, al cierre de una sesión en la que se rozó el pánico, la rentabilidad del bono español a diez años se reducía hasta el 6,292% (72 milésimas más que el martes) desde el guarismo del 6,508% que llegó a alcanzar en la apertura de la sesión.

la incertidumbre continúa Aunque la más que probable intervención del BCE en los mercados secundarios (no puede comprar directamente deuda a los gobiernos de la UE con lo que alguien se enriquece con la intermediación) salvó ayer la situación, la realidad dicta que la crisis esta lejos de resolverse ya que los dos factores que la animan siguen vivos. Por un lado el vacío de poder en Grecia se mantendrá como mínimo un mes (hasta las elecciones del 17 de junio), mientras por el otro lado la auditoría independiente supervisada por el BCE sobre los activos inmobiliarios reales que tiene la banca española tardará en presentarse dos meses. Por tanto ¿qué se puede esperar? La respuesta de los analistas es inestabilidad, que sólo podría ser disipada con un apoyo claro de Bruselas a la economía española ya sea a través de la apertura del debate sobre eurobonos (que todos los países avalen con su deuda la de sus socios), ya sea a través de compromisos que alejen el fantasma de un rescate. El problema es que Alemania sigue firme en sus exigencias de austeridad y que el presidente español sigue alineado en esas tesis. En cuanto al otro indicador importante de la marcha de la economía, también ofreció su peor cara. El Ibex perdió sobradamente la barrera de los 6.700 puntos, cayó el 1,33% y marcó un nuevo mínimo anual (6.611 puntos), con lo que se sitúa en niveles de junio de 2003, con lo que las pérdidas anuales aumentan hasta el 22,82%. En Europa, Londres cayó el 0,6%; Fráncfort, el 0,23%; Milán, el 0,21%, y el índice Euro Stoxx, el 0,15%. Sólo subió París, el 0,31%. Todos los grandes valores del selectivo español bajaron: Banco Santander, el 1,8%; Repsol, el 1,29%; Iberdrola, el 0,78%; BBVA, el 0,41%, y Telefónica, el 0,28%. Bankia, una vez más, lideró las pérdidas del Ibex con un descenso del 11,12%, en tanto que Bankinter bajó el 4,8%; Mapfre, el 3,82%; Red Eléctrica, el 3,32%, y Sacyr, el 3,1%. Sólo subieron tres compañías: IAG avanzó el 3,04%; Banco Popular, el 0,6%, y Gamesa, el 0,25%. Repitió cotización Banco Sabadell. El total del efectivo negociado en la jornada de ayer se situó en 2.503 millones de euros, de los que cerca de 650 fueron intermediados por inversores institucionales.