madrid. La Bolsa española está frente al abismo que ella misma, a través de los analistas económicos, se había fijado: los 6.700 puntos. Con la prima de riesgo en 487 puntos marcando un nuevo máximo histórico (nueve puntos más que el lunes) y la rentabilidad de los bonos en el 6,32%, la amenaza de rescate se refuerza y más teniendo en cuenta que las esperanzas de un posicionamiento en firme de Bruselas para cortar la sangría a la economía española (que podría llegar a través de una inversión del BCE en bonos y un respaldo decidido de los gobiernos de la Unión) se hacen esperar. Pero lo peor es que el Ejecutivo español no parece tener credibilidad por si solo de convencer a los mercados de que cesen en sus ataques ya que los dos factores que supuestamente traerían la calma, le son ajenos: la evolución de los acontecimientos en Grecia y el dictamen de la auditoría independiente que avalúe los activos inmobiliarios de la banca española.

Así las cosas, el gabinete de Rajoy, que en Europa y visto lo visto, carece de toda credibilidad (los socios alaban sus recortes pero no le prestan el auxilio que pide), sólo puede intentar negar lo que los expertos ya ven como una amenaza real: un corralito en España e Italia en cuanto Grecia salga del euro.

Y en este panorama de incertidumbre (el BBVA dice que las tensiones actuales del mercado son mayores que antes de que cayera Lehman Brothers y se desatara la actual crisis), sólo dos rayos de esperanza (igualmente ajenos a Rajoy): que el conjunto de la eurozona ha vuelto a la senda del crecimiento gracias a la potente máquina económica alemana (que está lastrando a las demás economías por sus exigencias de austeridad), y la confusa idea de que Hollande pueda variar el rumbo del actual discurso de Bruselas. El nuevo presidente francés se lo planteó ayer a la canciller alemana, Ángela Merkel, aunque será hoy cuando se pueda calibrar cómo acogen los mercados la posible ruptura del eje franco-aleman basado en la austeridad, para dar paso a una Europa económica más multilateral y con el crecimiento como credo. Paradójico, la esperanza de Rajoy pasa por Hollande.

la evolución En cuanto a los datos en sí de la jornada de ayer, el Ibex se anotó una caída del 1,6% concluyendo la sesión en el mínimo anual (y barrera psicológica) de los 6.700 puntos (no visto desde septiembre de 2003). Hay quien ya ha augurado que si se pierde esa cota, la caída posterior podría llevar al selectivo español incluso por debajo de los 6.000 puntos. De momento lo que sí es claro es que las pérdidas acumuladas en los cuatro meses y medio que llevamos de 2012 son del 21,78%.

En cuanto a la prima de riesgo, terminó nueve centésimas por encima del cierre del lunes (487 puntos), marcando un nuevo récord histórico (Rajoy ya tiene peores registros que Zapatero) y con la rentabilidad de la deuda a largo plazo en el 6,32%. Pero lo más grave, ante estos niveles "inaceptables" e "insostenibles", según el ministro De Guindos, la esperanza no viene de Madrid sino de la "respuesta coordinada y conjunta de la eurozona", que no llega. El responsable de la Economía española insiste en apuntar a la incertidumbre política que se vive en Grecia, pero no incide en que es su propia ineficacia a la hora de solucionar la crisis del ladrillo el factor más determinante, hasta el punto de que España se ha visto obligada a aceptar que sea el Banco Central Europeo (BCE) quien evalúe la exposición a los activos inmobiliarios.

Ni siquiera la tendencia bajista en el resto de mercados europeos es un alivio puesto que España ya no tiene margen de error ni crédito de confianza. Ayer Milán bajó el 2,56% (queda en niveles de septiembre de 2011); el índice Euro Stoxx 50, el 1,06%; Fráncfort, el 0,79% (precios de enero); París, el 0,61%, y Londres, el 0,51%(cotas de diciembre de 2011). Sólo la bolsa de Atenas está peor que la española y más cuando ayer retrocedió un 3,62%, tras anunciarse nuevas elecciones.