Vitoria. "España con una deuda que supone el 350% del Producto Interior Bruto (PIB) no puede seguir financiándose al 6,3% mientras que Alemania lo hace al 1,4% porque se puede ver abocada a un rescate financiero", señalaba ayer el directivo de un banco extranjero en Euskadi. Y esto lo piensan también numerosos inversores internacionales que ayer, -ante el temor de un abandono del euro por parte de Grecia dada la incapacidad helena de encontrar un gobierno que adopte las medidas necesarias para evitar su quiebra-, entraron en un estado cercano al pánico y dieron órdenes de vender todo lo que sonase a español en la Bolsa, en especial las acciones de los bancos. El resultado fue que la prima de riesgo española, el diferencial entre el tipo de interés del bono alemán a 10 años y el español, se alzó hasta un nuevo récord negativo, el más alto desde que existe la moneda única europea pues llegó a los 490 puntos básicos para cerrar el día en 478 puntos.

El miedo a que una salida de Grecia del euro arrastrase a países como España e Italia imperó y algunos conocidos representantes anglosajones empezaron con sus apocalípticas previsiones sobre el futuro de la moneda única.

Así las cosas, ayer fue un lunes negro cuando se pensaba que los mercados valorarían de mejor manera la nueva reforma financiera en el Estado español, reforma que obliga a provisionar en mayor medida los créditos al sector inmobiliario con lo que los bancos ven cercenados, en buena parte, sus resultados. La caída de la Bolsa, -el Ibex-35 perdió un 2,6% y se situó en 6.809 puntos, al mismo nivel que en marzo de 2009- se combinó con una prima de riesgo que llegó a marcar un nuevo máximo momentáneo en 492 puntos básicos, un máximo histórico, lo que impulsó la rentabilidad del bono español a 10 años hasta el 6,3%, nivel que no tocaba desde el pasado noviembre, cuando llegó a superar el 7%. Al final de la jornada se situaba en 478 puntos básicos.

¿Qué supone esta prima de riesgo tan elevada? Pues que al medir la percepción de riesgo que tienen los inversores sobre la deuda soberana de un país ello supone que los referidos inversores temen que España, de no atajar el déficit y entrar en una senda de cierto crecimiento, tendrá serias dificultades para hacer frente a sus compromisos financieros. Al mismo tiempo también recogía la posibilidad de que la salida de Grecia de la eurozona se convierta en algo más que una especulación periodística. El nerviosismo en los mercados se propagó ayer al airearse las dificultades de Grecia para formar Gobierno dada la fragmentación reflejada en las urnas. Al final, cuando ya parecía que era imposible un acuerdo se conoció la noticia, con las bolsa europeas cerradas, que el presidente de Grecia, Karolos Papulias, propuso a los líderes de los diferentes partidos políticos formar un nuevo gobierno de tecnócratas que saque al país del punto muerto en el que se encuentra.

Independientemente de eso, algunos especuladores se hicieron eco de un informe elaborado por los analistas de Citigroup el pasado mes de septiembre en el que se vaticina "un desastre para Grecia y una crisis para el mundo" si al país mediterráneo se le ocurría abandonar el euro. Una posibilidad que desde este banco se situaba en el 50% a principios de año pero que ahora ha subido. Otro informe, en este caso del Bank of Central Asia (BCA), se interrogaba sobre si la moneda única europea había servido para algo. Los expertos de esta entidad aseguran que la divisa comunitaria formaba parte de un proyecto político pero que la moneda no ha conseguido completar su misión de lograr la unión fiscal de la región. Pero el informe que más preocupó en los mercados ayer fue el de la agencia de rating Fitch en el que recoge que una salida del euro por parte de Grecia es una gran amenaza para las economías de España, Portugal e Italia, sobre todo si esa salida se hace de golpe y sin pactos de por medio. Un escenario que reflejaron las primas de riesgo de España (que llegó a alcanzar los 490 puntos básicos) e Italia (que superó los 450 puntos básicos).

En el entorno académico, Xavier Sala-i-Martin, catedrático de la Universidad de Columbia, estableció ya los pasos a seguir por los ciudadanos griegos en su regreso al dracma. Así, parece que el debate ya no es si Grecia saldrá o no del euro, sino cómo lo hará y cuáles serán las consecuencias de esa marcha, tanto para los griegos como para los países de alrededor y algunos sectores como el bancario.