vitoria

LA banca española no pasa por su mejor momento y la reforma financiera del Gobierno Rajoy aprobada el viernes le obligará a realizar dotaciones millonarias para hacer frente a un hipotético impago de créditos que al día de son sanos puesto que se están devolviendo pero la negativa evolución de la economía española hace temer que una parte pudiera verse afectado por ese mal creciente que es la morosidad.

La medida no distingue entre buenos y malos pero es la penitencia a pagar por los enjuagues contables realizados en algunas entidades financieras del Estado y por la resistencia a aceptar que la elevada implicación de los bancos y cajas de ahorros en la financiación de la burbuja inmobiliaria española, en especial los casi 100.000 millones de euros prestados con la garantía de suelo, podía tener, como ha tenido efectos negativos, sobre todo porque muchos bancos prestaron el dinero que no tenían en depósitos y ellos mismos se endeudaron en el exterior para alimentar con dinero fresco el crecimiento desaforado de la construcción.

El resultado es que los prestamistas extranjeros quieren cobrar y buena parte de las entidades financieras del Estado tiene que afrontar sus vencimiento de deuda en unos momentos en los que el negocio está cayendo en picado por la crisis española.

Como consecuencia el valor de las acciones de la banca española que cotiza en Bolsa ha caído sustancialmente. En los que va del presente año 2012 mientras que la Bolsa española ha perdido de media , en base al Ibex-35, un 18% de su valor, los accionistas ven como las acciones del Banco Santander se han devaluado desde el pasado uno de enero un 17%; las del BBVA, un 21,5%y las de Caixa Bank, el 35%. Por citar sólo a los tres grandes porque los bancos medianos como Popular y Sabadell contabilizan caídas de su valor bursátil del 39,5% y del 44,6%, respectivamente. Ahora con las nuevas medidas del Gobierno español las entidades financieras tendrán que poner encima de la mesa 30.000 millones de euros más que tendrán que salir de su patrimonio, de sus reservas y de sus beneficios. Y como no todos van a poder, en especial las entidades de menor tamaño, deberán pedir ayudas públicas al FROB, que estaría dispuesto a prestarles dinero al 10% de interés, para evitar un fuerte deterioro de su solvencia.

Con una economía en recesión, -la Comisión Europea augura un caída del PIB español del 1,8% este año y del 0,3% en 2013-, las perspectivas de que la banca española puedan ganar más dinero para dar mejores dividendos a sus accionistas se esfuman.

Con un paro creciente, y camino del 25%, la demanda de créditos por clientes solventes se reduce. Con una fuerte reducción de la demanda de bienes de consumo duraderos, automóviles y demás, hace que el negocio decaiga. Como además los bancos tienen que retribuir más caro el pasivo porque tienen la financiación externa cerrada, BCE a parte, y la morosidad creciente, las perspectivas de obtener buenos resultados bancarios a corto plazo en el mercado doméstico son mínimas. En ese contexto se pone, más que nunca, de manifiesto el exceso de capacidad del sector financiero en el Estado español y las palabras del presidente del BBVA, Francisco González, que señala que en 2013 sólo quedarán cinco o seis grandes bancos privados y otras tantas instituciones financieras de tamaño mediano. Una docena de bancos supervivientes para el otrora orgulloso sector bancario español.

Al ciudadano le cuesta entender el estrecho maridaje existente en España entre la banca y el Estado. Para entenderlo hay que analizar la situación de España y lo que se llama prima de riesgo. El problema es que España gasta más de lo que ingresa, por lo que pide dinero prestado. El ahorrador (alemán) que presta ve que el Estado sigue gastando más de lo que puede y no ahorra para devolver lo que debe. No sólo no ahorra sino que pide prestado más dinero para devolver los intereses de lo que ya había pedido prestado. Como la deuda sigue creciendo el ahorrador se asusta porque teme que no recupere el dinero. Como nadie quiere comprar la nueva deuda pública española en el extranjero, son los bancos españoles los que con el dinero prestado del BCE, el famoso millón de euros al 1% durante tres años, compran la deuda.