vitoria. José Ramón Urrutia es doctor en Ciencias Económicas por la UPV-EHU y profesor de contabilidad analítica. Su carrera profesional le ha llevado, entre otras, por los despachos de las empresas Funcor, Ibercobre y Biharko pero también conoce la realidad de la administración pues desde 1981 a 1985 llevó los presupuestos del Gobierno Vasco. A la luz de su experiencia y desde la independencia de su edad "yo ya soy un jubilado", Urrutia cuenta las verdades del barquero sobre la situación de la economía en el Estado español, "situación que es muy mala y parece que no se le quiere decir claramente la verdad a la gente". Hace cuatro años en una entrevista ya pronosticó que el resultado de la crisis iba a ser un empobrecimiento general en Euskadi del orden del 20% y que los trabajadores vascos tendrían que aceptar rebajas de sueldos, algo tabú en aquellos momentos. Todo ello se ha cumplido.

¿Por qué se produce esta situación tan negativa en la economía española?

España tiene una deuda enorme. Con un PIB de cerca de un billón de euros tiene un endeudamiento de casi 4 billones. Y la deuda hay que pagarla. La deuda es el gran problema pero no solo de las administraciones públicas, el sector privado debe mucho más, y aquí estamos hablamos de las personas individuales, empresas y de las entidades financieras. En una economía en recesión y teniendo que pagar cada vez más intereses y con tipos más altos difícilmente se podrán devolver los préstamos. Y sin ahorro y sin créditos no hay potencial de crecimiento. Y el déficit exterior sigue siendo importante. Hay que conseguir que la economía entre en crecimiento pero partiendo de una realidad que demanda que el Estado tiene que reducir el nivel de gasto y las familias también. No hay otra.

La famosa prima de riesgo al alza anticipa una realidad económica.

Efectivamente. Es sólo un indicador de cómo se ve la situación económica. Y pasa lo mismo con la encuesta que recoge un índice de confianza de los consumidores a la baja porque la gente ve que cada vez es más difícil encontrar un empleo, mantenerlo o aumentar su nivel salarial, con lo que la posibilidad de traer riqueza a la familia disminuye y genera una situación negativa de falta de confianza y de parálisis en la toma de decisiones de consumo.

¿Las administraciones son conscientes de que el descenso de ingresos no es meramente coyuntural?

Pues tienen que admitir que un sistema de gastos basado en los ingresos derivados de crecimientos del PIB español de más del 3% ya pasaron. Y si además se tiene en cuenta que las citadas administraciones se basan en un modelo institucional y modelo de desarrollo, como el español, totalmente anacrónico, con un sector industrial que representaba solo el 11% del PIB mientras que el de construcción y promoción inmobiliario era muy superior, la salida para España no es fácil.

Usted no cree que España salga de la crisis pronto.

Si se analiza el grado de endeudamiento del país, el alto nivel de paro, -desempleo que todavía no ha degenerado en miseria social por el colchón familiar ya que uno de cada dos parados no tiene cobertura social-, y el hecho que no se ha cambiado el modelo de crecimiento económico que ha estado basado en la construcción, con una administración sobredimensionada y una falta de liderazgo político manifiesta, la conclusión es que si hablamos de volver a sendas de crecimiento del PIB de más del 2% que es la cota a partir de la cual, históricamente, se genera empleo neto, la realidad es que España va a estar estancada no dos o tres años sino dos o tres lustros. Y habrá una generación perdida. La fundación de las cajas de ahorros Funcas ya dice que antes de 2020 no habrá crecimiento del PIB de más del 1,5%. Es claro que España es un lastre económico para Euskadi.

Todos afirman que España necesitaría una devaluación de su moneda como se hacía antiguamente con la peseta para ganar competitividad exterior pero con el euro no es posible. ¿Qué se puede hacer?

La devaluación, estando dentro de la moneda única europea no es posible, y la salida del euro no la contemplo porque sería un desastre total y la quiebra del Estado. Ello nos lleva a que la única alternativa, hoy por hoy, es realizar una devaluación interna. Ello implica menores salarios, menores coberturas del Estado de Bienestar, peor tratamiento a la Tercera Edad, y menor inversión en infraestructuras, y no hay que olvidar que las existentes hay que mantenerlas. El resultado final es un alejamiento del nivel de convergencia con Europa, un empobrecimiento en suma, una cierta penuria y miseria social. Y creo que no hemos preparado a la sociedad para esta realidad.

¿La gente tiene que resignarse a esta realidad?

No. Tiene que darse una respuesta social, que no sea un alzamiento violento, en el sentido de exigir responsabilidades totales a las administraciones, gobernantes y gestores de empresas privadas, tanto industrias como entidades financieras, sobre actuaciones pasadas de todo tipo y a todos los niveles. Tiene que rebelarse contra un modelo basado en el endeudamiento tanto individual como empresarial.

El peso del sector inmobiliario está lastrando a la banca pero ¿bajará el precio de los pisos?

Salvo en sitios puntuales en general sí bajarán porque el que necesite vender no tendrá más remedio que rebajarlo sustancialmente porque con la población estancada y un nivel de rentas a la baja no queda otra.

Todos apuntan al sector financiero. ¿La banca sigue sin sanearse?

Efectivamente. No se han aflorado los problemas existentes que siguen pendientes. Estimo que quedan entre 30.000 y 50.000 millones de euros ligados al sector promotor inmobiliario-constructor sin salir a la luz como morosidad. Se sigue sin venderse nada y hay que valorar suelo y vuelo al valor del mercado y eso no se ha hecho. Solo se ha entrado en el inmobiliario pero en los activos de renta fija también hay una depreciación pendiente. Y luego la banca tendrá que analizar sus inversiones en empresas, digamos normales, y ver que tipo de valoración a la baja será preciso hacer. Los activos en manos de la banca valen menos y en algún momento habrá que ponerlos a valor de mercado. La realidad es que hay menos negocio bancario y los resultados se están logrando gracias a subidas de las comisiones. Si a eso se le suma que el margen cada vez es más pequeño, la morosidad mayor y unos costes fijos excesivos porque sobra personal y oficinas, las expectativas del sector financiero no son demasiado agradables.

Hay dinero para poder invertir aquí.

Kutxabank y Caja Laboral-Ipar Kutxa tienen que apostar por invertir aquí. También tenemos la posibilidad de usar mejor el dinero depositado en las Entidades de Previsión Social vascas. Las EPSV tienen unos 20.000 millones de euros de los que ni el 10% está invertido en Euskal Herria. Tenemos un patrimonio que se puede usar aquí y que está invertido fuera.

¿Cómo ve el debate sobre la austeridad en Europa defendida por Angela Merkel?

Alemania tiene razón en que primero hay que poner orden y ajustar los gastos. Y en que hay que decirle a la ciudadanía que ha vivido por encima de sus posibilidades. Todavía no hay consciencia de ello. Luego, es verdad que se precisan políticas de relanzamiento económico perfectamente estructuradas y financiadas. Con unos proyectos serios y con la asignación de los recursos pertinentes para llevarlos a cabo. Y diciendo a Europa esto queremos hacer pero con seriedad. No puede ser, por ejemplo, que un país en crisis y pidiendo dinero a Europa sea el que más gasta en fútbol, con deudas de los clubs a la Seguridad Social, incluidas.

Euskadi se ha empobrecido.

No hay más que ver el nivel salarial, el que los pisos valen menos, al igual que se ha reducido el ahorro que tienes en acciones. Mira como están los bancos, las eléctricas etc. Nos queda un lustro para asentar la situación económica.

¿Quién puede tirar de la economía vasca?

La industria gracias a las exportaciones. Euskadi tiene un PIB de 66.500 millones de euros. El 21% proviene del consumo interno, el 43% del mercado español y el 34% de las exportaciones. Si analizamos estas tres partidas vemos que el consumo interno no va a tirar del PIB vasco. A corto plazo los salarios no van a aumentar, al contrario. De junio de 2009 a junio de 2011, los salarios vascos se han incrementado el 1,54% pero los precios lo han hecho un 5,3%. En el último año, los salarios han bajado un 1,2% y el IPC ha subido un 2,4%. Como el empleo no va a mejorar y las prestaciones sociales -pensiones, desempleo- no van a subir, el consumo de los hogares y de las administraciones públicas, con recortes, no va a tirar de la economía. De España qué vamos a decir cuando su situación es peor que la de Euskadi. ¿Qué nos queda? Pues el sector exterior, las exportaciones. Y aquí la industria vasca depende de factores como el cambio dólar-euro, la evolución de la Eurozona que es el destino del 50% de las exportaciones vascas y que ahora está parándose. Por lo tanto, a corto plazo, el PIB vasco no va a crecer y podremos aguantar con la industria tirando del carro y buscando nuevos mercados en los países emergentes.

¿Algo positivo en el horizonte?

Bueno, en una década se va a jubilar la generación vasca más numerosa y los jóvenes van a tener la posibilidad de ocupar los puestos de trabajo que queden vacantes.