BRUSELAS. Sin cuestionar las políticas de austeridad, las instituciones europeas continuaron ayer dando un giro a su mensaje para orientarlo hacia la que se perfila como su nueva prioridad: la generación de crecimiento y empleo. "Nos enfrentamos a significativos desafíos en términos de crecimiento y de alto desempleo", admitió el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, tras reunirse con el primer ministro italiano, Mario Monti.
El mensaje deja a un lado la retórica de la austeridad e incide en la necesidad de "revivir" el crecimiento. El diagnóstico para Bruselas parece claro y, aunque el tratamiento aún está por definir, se atisba una voluntad de actuar de forma urgente. Así, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha remitido una carta a los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la Unión para comunicarles que está estudiando convocar una cumbre centrada en el crecimiento antes del verano.
Barroso, por su parte, confia en que "todos los países entiendan el mensaje": es imperativo apostar por medidas de crecimiento para complementar la consolidación fiscal.
En su carta, Van Rompuy avanza también algunos aspectos que considera "clave" para el crecimiento, como el desarrollo del mercado interior, la nueva regulación para eficiencia energética, la patente comunitaria europea o la directiva de contabilidad. Es decir, una vuelta a las recetas que Bruselas ya defendía en tiempos de bonanza, cuando su afán era convertir a Europa en la economía más competitiva y dinámica del mundo.
Aquellos planes plasmados en la Estrategia de Lisboa fracasaron y, en su lugar, la Unión se topó con una crisis que ha minado la actividad económica y las finanzas públicas. En todo caso, a día de hoy, no se cuestiona el reciente pacto fiscal, cuyo carácter "innegociable" se encargó ayer de subrayar Alemania.
El impulso al crecimiento debe llegar a través de la "mejora de la competitividad y no a través de niveles más altos de deuda", precisó Barroso. Bruselas piensa que es necesario algún tipo de estímulo, de inversión pública, que permita superar el bache a una Europa estancada cerca de los 25 millones de parados. El objetivo es "reforzar la competitividad mientras también se contribuye a aumentar la demanda a corto plazo".
El interés por el crecimiento no es una novedad en Bruselas, pero el posible giro político en Francia y la ruptura del eje Merkozy, unida a las negras perspectivas de recuperación han terminado por acelerar el debate. El empujón definitivo, paradójicamente, pueden darlo las agencias de calificación de riesgo, cuyos análisis han sido una de las bazas de los defensores de la austeridad. La última rebaja de la nota de España por parte de Standard & Poor's viene acompañada de una clara advertencia sobre el probable aumento del paro a corto plazo, que da más argumentos a quienes abogan por dar un empujón a la economía.
Por su parte, los primeros ministros de Italia, Mario Monti, y Bélgica, Elio Di Rupo, se sumaron ayer, aunque con matices, a las manifestaciones a favor del cambio.
Mario Monti y José Manuel Durao Barroso,reunidos ayer. Foto: EFE