Bruselas. Al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, los micrófonos abiertos le juegan malas pasadas, aunque hay también quien piensa que los utiliza para lanzar las bombas que no se atreve a lanzar en rueda de prensa. Ayer el escenario para esa especie de globo sonda fue la cumbre de la Unión Europea en la que se estrenó diciendo a sus socios europeos que cree que la reforma laboral que aprobará a mediados de febrero, y que la UE considera prioritaria para reducir el alto nivel de paro en España, le costará una huelga. "La reforma laboral me va a costar una huelga general", le confesó Rajoy al primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, antes del inicio del Consejo Europeo, sin ser aparentemente consciente de que las cámaras de televisión estaban recogiendo sus palabras. "Ahora viene lo más duro", le dijo en otro momento al primer ministro holandés, Mark Rutte. "Es que nos dejan una herencia muy mala", se justificaba.

Déficit Pero más allá del uso consciente o no de los micrófonos abiertos, Rajoy vuelve de la cumbre celebrada ayer en Bruselas más con declaraciones de intenciones de los socios de la eurozona, que con acuerdos formales. La renegociación de los objetivos de déficit fijados para este año y el que viene, el verdadero nudo gordiano de la tenaza presente y futura de las cuentas públicas españolas (y, por ende, de las de la ciudadanía), está aún en el aire y si bien el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, está dispuesto a hablar del tema, nadie ha escuchado que Merkel y Sarkozy, los que parecen mandar en la UE, estén por la labor.

Sobre este tema, que Rajoy ni se atrevió a mentar en su visita a Berlín la semana pasada, Barroso dijo ayer que "no descarto que se pueda flexibilizar el objetivo de reducción del déficit para España en 2012 para ajustarlo al nuevo escenario de recesión". No habló de cifra, pero sí reconoció que el compromiso de llegar este año al 4,4% del PIB, se pactó con unas previsiones "que auguraban que la economía española crecería", mientras a día de hoy todos los analistas, empezando por los del FMI y el propio Banco de España, vaticinan una recesión que podría abarcar también 2013. "Sería conveniente ahora tener una discusión, que se va a seguir en el marco del Eurogrupo y del Ecofin sobre la situación en España. Yo aquí no puedo ahora ir más en detalle sobre eso. Va a haber una discusión sobre las condiciones". Eso es lo único que pudo decir Barroso en rueda de prensa conjunta con Rajoy.

"España es esencial para la estabilidad de la zona del euro. Es importante que el nuevo Gobierno entable un diálogo constructivo con sus socios europeos, incluida la Comisión, y exponga sus planes de reforma de modo detallado con el calendario correspondiente", pidió el presidente del Ejecutivo comunitario.

Pero Rajoy quiere guardarse esa baza. El presidente español dejó ayer claro que no se plantea adelantar la elaboración del presupuesto para 2012, previsto para marzo, pese a las presiones de la UE para que lo presente antes. El presidente del Gobierno ha explicado que esperará a que la Comisión presente sus previsiones económicas el 23 de febrero. "A partir de ahí, nosotros haremos las nuestras, aprobaremos el techo de gasto y después presentaremos los presupuestos", explicó.

Para tener credibilidad Rajoy expuso en el Consejo Europeo las reformas que aplicará en España: la primera la del sistema financiero, que se verá este viernes, y después la reforma laboral, que analizará el Gobierno el día 10.