Vitoria. A medida que avanza la crisis, el movimiento sindical en Álava resulta cada vez más evidente. Pancartas y megáfonos vuelven a estar lamentablemente de moda en un escenario de máxima incertidumbre para los trabajadores que podría empeorar con la llegada del nuevo Gobierno, previsiblemente el PP, al que todas las patronales hace ya meses que llevan presionando para que ejecute reformas de calado en el ámbito laboral y empresarial. Hasta entonces, la crispación en Álava sigue en aumento. Y la jornada de ayer fue un claro ejemplo, al coincidir varias concentraciones donde se reivindicaron aspectos como el mantenimiento del salario, la necesidad de un convenio, la exigencia de medidas de seguridad en el puesto de trabajo o la continuidad de la actividad de la empresa.
La más numerosa se produjo en Michelin, donde cerca de un millar de trabajadores, según datos facilitados por el comité de empresa, paró la producción de la planta durante una hora. Aproximadamente el 70% de la plantilla decidió responder así a una oferta de convenio "mísero" en lo económico y "escaso y raquítico" en lo social que la firma francesa no está dispuesta a revisar. Las consecuencias del paro, en términos de producción, se antojan asumibles para la compañía y en la misma línea irán las otras dos jornadas convocadas para los próximos 23 y 30 de noviembre. Otra cosa bien distinta será si la postura del comité se radicaliza con paros de ocho horas o incluso días. "Ahí sí que el daño sería considerable", advertía ayer a este periódico un delegado sindical. Mientras tanto, la negociación continúa bloqueada y la tensión se palpa en el ambiente. Desde la negociación del convenio de 1997 no se recuerda una situación similar, recuerdan los más veteranos. Ni la empresa mueve ficha ni pretende hacerlo. La plantilla, por su parte, tampoco ha amagado con dar el primer paso. "Nosotros no nos hemos levantado de la mesa negociadora", sostienen. Salvo el sindicato CSI-F, que ayer rechazó el paro, aunque sí apoyó la concentración, el resto de centrales se felicitó por el "amplio respaldo" de la convocatoria, "un éxito que incluso nos va a obligar a replantearnos las acciones de protesta a partir de ahora", se advirtió desde una de estas centrales. Igualmente "exitoso" fue el paro desarrollado en la planta guipuzcoana de Lasarte, "donde todas las máquinas no han funcionado", reconoció su responsable de UGT, Nicolás García.
Esmaltaciones, en la calle el 30 Al tiempo, en la sede vitoriana de Comisiones Obreras, el comité de Esmaltaciones confirmaba la presentación de un nuevo recurso de apelación contra el auto del Juzgado de lo Mercantil número 1 como último intento para evitar la liquidación de la empresa y la desaparición de 89 puestos de trabajo. La plantilla, que volverá a manifestarse el próximo día 30, lanzó un alegato de superviviencia ante la sociedad alavesa y las instituciones locales para denunciar la "estafa pura y dura" a la que está siendo sometida toda la plantilla desde 2007. A juicio del comité no parece de recibo que la jueza del caso "se trague" el argumento de la empresa de cerrar la misma por falta de producción, "cuando en pleno inicio del proceso concursal levantó en Tánger una planta similar que a día de hoy está fabricando sartenes como por un tubo los 365 días del año", denunció el comité.
Tras criticar la "desidia" de las instituciones competentes y lamentar la falta de transparencia de los administradores concursales, con los que todavía no han logrado reunirse, la plantilla confía en que el menos la Fiscalía alavesa sea capaz de "sacar a la luz" toda la verdad de este caso. "No es de recibo que se ayude a descapitalizar una empresa en Vitoria para capitalizar otra en Marruecos", criticaron ayer varios representantes sindicales.
Contra el amianto Unas horas antes, frente al Palacio de Justicia, el colectivo de Asviamie (Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi) protagonizaba una nueva movilización para respaldar esta vez a la familia del trabajador fallecido a causa del amianto en Michelin durante el juicio que ayer trató de resolver el asunto del recargo de las prestaciones que la compañía francesa tendría que pagar a la familia por la falta de medidas de seguridad en sus instalaciones. A juicio de este colectivo, Michelin no informó a los trabajadores del riesgo que conllevaba la exposición al amianto, ni realizó reconocimientos médicos específicos, ni utilizó sistemas de aspiración que evitasen la dispersión de fibras en el ambiente, ni realizó mediciones ambientales.
Por último, en materia de negociación colectiva en los sectores de la madera y la construcción, CCOO, UGT, ELA y LAB denunciaron una vez más el "bloqueo" de dichos convenios y anunciaron para hoy jueves una concentración conjunta frente a la patronal alavesa SEA para tratar de presionar en este sentido. "Hay margen para mejorarlos, sólo hace falta voluntad", esgrimieron ayer sus portavoces en un comunicado.
El convenio de la madera terminó su vigencia en 2008. Desde entonces no ha habido ninguna oferta por parte de SEA para tratar de mejorarlo. En el caso de la construcción, donde en estos momentos existen 2.500 trabajadores en paro, el convenio expiró en diciembre de 2010, y tras once meses de negociación ni se han conseguido avances en aspectos económicos ni sociales. Sí se han producido, en cambio, retrocesos en algunos aspectos del convenio anterior, criticaron ayer las centrales. A su juicio, ninguna obra puede estar abierta a partir de las seis de la tarde o en sábados, domingos y festivos, como está ocurriendo, ni tampoco se pueden permitir jornadas diarias superiores a las ocho horas, ni jornadas semanales de más de 40 horas.