Washington. El Fondo Monetario Internacional (FMI) instó ayer a las autoridades políticas de las economías avanzadas a que hagan frente, con decisiones, a la "crisis de confianza" que se está instalando en los mercados, para evitar así un nuevo colapso financiero. "Una serie de choques han sacudido recientemente al sistema: nuevas turbulencias en los mercados provenientes de la periferia de la zona del euro, la rebaja de la calificación crediticia de Estados Unidos y señales de una desaceleración económica", resumió José Viñals, director de Asuntos Monetarios y Mercados de Capitales de la institución crediticia internacional.

Viñals presentó el informe Estabilidad Financiera Global del FMI en el que se advierte de "una agudización sustancial" de los riesgos sobre la estabilidad financiera mundial. En este sentido, Viñals criticó que "las autoridades políticas no han logrado un respaldo político amplio para afianzar lo suficiente la estabilidad macrofinanciera" y, por ello, "los mercados han empezado a cuestionar la capacidad de dichas autoridades para tomar las medidas necesarias".

El Fondo valoró los acuerdos de la cumbre de la Eurozona de julio pasado y los anuncios del Banco Central Europeo como pasos hacia "el fortalecimiento" de la gestión de la crisis de deuda. Sin embargo, Viñals subrayó que es "de vital importancia garantizar que estas medidas se pongan en práctica sin demora" y "considerar medidas adicionales". "El tiempo se agota", advirtió el responsable del FMI.

Asimismo, Viñals precisó que es posible que "algunos bancos necesiten más capital" y que "los más débiles tengan que ser reestructurados o sometidos a un proceso de liquidación". Los datos del organismo multilateral no precisan la cantidad exacta de capitalización requerida y se limitan a afirmar que las pérdidas provocadas por las tensiones en torno al crédito soberano de los países de la periferia del euro han sido de aproximadamente 200.000 millones de euros para los bancos de la Unión Europea desde el estallido de crisis de la deuda soberana en 2010.

El FMI señaló que de esta cantidad cerca de 60.000 millones serían consecuencia de los problemas de la deuda de Grecia, y 20.000 millones de euros de las de Irlanda y Portugal, los tres países que tiene abiertos programas de rescate con ayuda financiera internacional. Los restantes 120.000 millones corresponderían a las tensiones en la deuda de Bélgica, Italia y España, países cuyas primas de riesgo se han elevado notablemente en los últimos meses, aunque no han necesitado rescate.