vitoria. Mientras la Unión Europea y sus principales miembros siguen moviéndose para evitar la extensión de una crisis financiera que esta semana se ha cobrado nuevas víctimas, Alemania hace valer su fortaleza y trata de evitar ser quien pague los platos rotos y protege su economía poniendo condiciones a las ayudas a los países rescatados. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, aseguró ayer que "no habrá una colectivización de la deuda y no habrá un apoyo ilimitado" a los países con problemas financieros.

"Hay ciertos mecanismos de apoyo que desarrollamos bajo condiciones estrictas", dijo Schäuble en declaraciones recogidas por la agencia Efe y que publica la revista Der Spiegel en su edición de la próxima semana. El ministro germano rechaza expresamente la fórmula de crear títulos de deuda común europea, los llamados eurobonos. En su opinión, los eurobonos no son deseables "mientras cada país desarrolle su propia política de finanzas" y mientras se necesiten "los diversos tipos de interés para que haya estímulos y mecanismos de sanción para forzar la consolidación". En este sentido apostilla que "no habrá una salvación a cualquier precio".

Mientras Alemania pone estos reparos, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, aplaudió ayer las "rigurosas" medidas financieras adoptadas por el Gobierno del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en el marco de un nuevo plan de ajuste. "Apoyo plenamente y saludo las medidas financieras oportunas y rigurosas" impulsadas por Italia, indicó tras haber mantenido una conversación telefónica con Berlusconi.

Van Rompuy consideró estas medidas "crucialmente importantes, no sólo para Italia, sino para toda la eurozona". El Gobierno de Berlusconi aprobó el pasado viernes un nuevo plan de ajuste de 45.500 millones de euros con el que pretende alcanzar el equilibrio presupuestario en 2013 y calmar la inquietud de los mercados sobre la situación que atraviesan las finanzas públicas del país.

Los sindicatos italianos, los partidos de la oposición y la patronal coinciden en sus críticas contra el nuevo plan de Berlusconi, al que acusan de perjudicar más a las clases bajas y medias y de no incidir en la lucha contra la evasión fiscal. La líder de la Confederación General del Trabajo, Sussana Camusso, adelantó que la convocatoria de una huelga general será decidida el próximo 23 agosto.