Bruselas. La eurozona afronta hoy una prueba de fuego para atajar la crisis de la deuda y salvar la credibilidad de la moneda única, sin que a pocas horas de la cumbre de líderes se vislumbre un plan claro para el segundo rescate a Grecia pese a las advertencias y las negociaciones contrarreloj.
El tiempo juega en contra de los jefes de Gobierno y de Estado de la zona euro, que hasta han retrasado una hora el comienzo de la cumbre extraordinaria "para dar más tiempo a los negociadores", según comentó una fuente solvente comunitaria.
Otra prueba de las dificultades de la prueba es que altos cargos de Economía de los gobiernos de la eurozona se iban a reunir ayer a última hora de la tarde, pero finalmente se reunirán hoy mismo cuatro horas antes del inicio de la cita clave.
En un último intento de apelar a la responsabilidad de los líderes de la eurozona, el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, advirtió que "la situación es muy seria y requiere una respuesta", porque, de lo contrario, "las consecuencias negativas se sentirán en todos los rincones de Europa y más allá". Barroso insistió en que "es hora de decidir", porque si los líderes fracasan hoy serán juzgados con "dureza" por la historia.
El menú de opciones es amplio, pero parece que algunas posibilidades tienen más probabilidades de prosperar que otras.
Una es la recompra de bonos griegos, vista con buenos ojos por el Banco Central Europeo (BCE). Esto podría hacerse mediante préstamos del fondo de rescate -dotado de 440.000 millones de euros- a Atenas, de forma que sea el propio Tesoro griego el que intervenga en el mercado, o permitiendo que sea el fondo el que compre las obligaciones (aunque esta opción requeriría un cambio legislativo).
La tasa bancaria sería una posibilidad para implicar al sector privado en el segundo rescate. Eso podría arrojar 30.000 millones de euros a lo largo de tres años y podría satisfacer las demandas de Alemania, Holanda y Finlandia de que los acreedores privados contribuyan de manera "sustancial" al nuevo plan de ayuda a Grecia, calculado en unos 110.000 millones de euros. Y sobre todo evitaría probablemente que la participación de bancos, aseguradoras y fondos de pensiones desemboque en una calificación de impago parcial o total de la deuda griega, a lo que se oponen ferozmente el BCE y países como España. Según el Financial Times, entre el listado de opciones que se ha preparado para la cumbre, el plan de las tasas, unido a un programa voluntario que lleve a los acreedores a reinvertir en la deuda griega una vez que venzan, fue ayer la única de las políticas que están bajo consideración que evitaría "probablemente" un impago.
Barroso recordó que los países miembros han prometido que harán todo lo que sea necesario para garantizar la estabilidad de la eurozona y por eso "ahora es el momento de cumplir esa promesa". Pero el presidente del Ejecutivo comunitario también apeló a la "responsabilidad del BCE" en estas negociaciones. En lo que fue interpretado como un mensaje dirigido a Alemania, dijo que los líderes deben decir hoy "lo que pueden hacer y lo que quieren hacer y no lo que no pueden hacer y no harán".
Todos los ojos están puestos sobre la canciller alemana, Ángela Merkel, que se enfrenta a grandes presiones, sobre todo desde que frenó durante días la convocatoria de la cumbre y rebajara las expectativas de la cita, al declarar que no debían esperarse pasos "espectaculares".
Mientras tanto, las negociaciones continúan en varias capitales, como en Bruselas, donde el luso Barroso se reunió ayer con el primer ministro griego, Yorgos Papandréu.