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bilbao. La plantilla de La Naval inició ayer un paro indefinido tras el fracaso de las negociaciones para la recolocación en el astillero de 24 trabajadores cuyo puesto es prescindible, según la dirección. No ha habido acuerdo en torno a las reubicaciones y la compañía presentó en el Gobierno vasco un ERE de extinción de contrato que afecta esos empleados y a otros 124 trabajadores prejubilables. Tras conocer la formalización del expediente el comité recorrió el astillero paralizando la actividad y asegura que no se volverá al trabajo hasta que se retire del listado de afectados -148 trabajadores- el nombre de las 24 no prejubilables.
Las posiciones están ahora mismo tan enfrentadas que el comité ni siquiera acudirá a las reuniones previstas dentro de la normativa de los ERE para que la administración decida si admite o rechaza la solicitud de reducción de la plantilla. En esa decisión ha pesado mucho la posición en el conflicto del Gabinete López, que ha mostrado su disposición a entrar en el accionariado del astillero sestaoarra con una participación minoritaria de unos cinco millones de euros. Los trabajadores sospechan que los accionistas ya han pactado de antemano con la administración vasca el drástico recorte de plantilla, casi un 50%
conflictividad Su principal vía de presión será paralizar la fábrica, que acaba de iniciar la construcción de un buque minero y a la espera de cerrar un nuevo pedido con la empresa catarí Halul. Los primeros brotes de tensión ya se vivieron ayer cuando el comité desactivó la subestación eléctrica del astillero y la empresa solicitó la presencia de la Ertzaintza para recuperar el suministro. La actuación policial fue muy criticada desde el comité, que advirtió que si se repite, los agentes se encontrarán mayor oposición. De momento, la plantilla intentará paralizar hoy también la actividad desde las 5.30 horas.
El detonante de la nueva crisis laboral en el último gran astillero vasco son los 24 "despidos traumáticos", pero la oposición también se extiende al programa de prejubilaciones. El comité sostiene que no sobra nadie en la fábrica y rechaza de principio a fin el ajuste de plantilla de 360 a 212 empleos. De hecho, amagó con movilizaciones cuando se conocieron las intenciones de la compañía el mes pasado. El enfrentamiento quedó en stanby al aceptar la compañía abrir una negociación para recolocar a los excedentes laborales no prejubilables.
Las posibilidades de acuerdo eran muy reducidas porque se intuía desde la parte sindical que los cambios de destino conllevarían modificaciones en categoría y salario. Algunas de las ofertas puestas sobre la mesa, según la versión del comité, han sido "humillantes".
La viabilidad de la fábrica pasa por un notable recorte en el empleo, asegura la empresa, y recomiendan a los representantes de los trabajadores la participación en el diseño del nuevo esquema laboral para minimizar su impacto.