Vitoria. Dos meses después de iniciar una huelga indefinida a cuenta del nuevo convenio colectivo, la plantilla de Fuasa -una de las seis filiales que Aernnova tiene en Álava- y la dirección de ésta mantuvieron ayer su primera toma de contacto tras varias semanas en las que los trabajadores han mantenido su discrepancia con la oferta de la empresa parando cuatro horas al día, y ésta no ha dado su brazo a torcer en lo que la plantilla considera una oferta "leonina e inadmisible". Entre otras cuestiones, según la versión sindical, Fuasa apostaría por un nuevo convenio que incluiría un aumento de la jornada laboral, la congelación prolongada del IPC -la plantilla lleva 16 meses sin subida salarial-, o la supresión de las prestaciones por baja, entre otros. Condiciones, en cualquier caso, que "de ningún modo" estaba dispuesto a asumir el comité, a pesar de recibir amenazas por parte de la empresa como la de trasladar la producción de Berantevilla a Brasil, por ejemplo.
En vista de que el proceso amenazaba con embarrar, la dirección ha cedido a la presión y está dispuesta a negociar. Eso es lo que ocurrió ayer, al menos, durante una reunión de casi ocho horas en la que ambas partes se sentaron a negociar el nuevo convenio por primera vez desde hace meses. "Ha sido una primera toma de contacto, pero estamos en la buena dirección. El proceso durará poco porque a la empresa no le interesa seguir parada", destacó ayer a este periódico un portavoz del comité. A pesar de este gesto se mantendrán los paros diarios de cuatro horas porque existe la percepción entre los 180 trabajadores de Fuasa de que la dirección "no es de fiar", de modo que hasta que se acuerden aspectos concretos, la incertidumbre será una tónica en la filial de la firma aeronáutica.