Después de seis meses de presión ininterrumpida de los mercados, Portugal decidió finalmente recurrir a la ayuda externa esta semana, víctima de la crisis de la deuda soberana y de sus propias deficiencias estructurales. En este tiempo, el Gobierno luso ha atribuido los rumores de rescate a un mero ataque especulativo al que también contribuyeron las agencias de calificación de riesgo, y ha basado su defensa en que sus indicadores económicos, sin ser positivos, no son peores que los de otros países de su entorno.
El motivo principal alegado por los inversores para penalizar con intereses muy elevados la deuda de Portugal era su elevado déficit público, del 8,6% de su PIB en 2010, por encima de la media europea.
En una especie de círculo vicioso, la presión a la que sometían los mercados a Portugal se disparó por las dudas que despertaba su situación económica, que a su vez no hacía más que empeorar a medida que los intereses sobre su deuda eran cada vez mayores, encareciendo su acceso a financiación. La teoría de que Portugal necesitaba de un rescate fue alentada desde diferentes frentes en el propio país luso, donde decenas de analistas y expertos lo daban como un hecho consumado a través de los medios locales desde enero. Incluso el principal grupo de la oposición, el Partido Social Demócrata (PSD), pidió "no criminalizar" al FMI a principios de año, mientras advertía de que pediría elecciones si se recurría a la ayuda externa. Otro de los argumentos esgrimido por los mercados para justificar su presión es la tasa de paro lusa, superior a la media europea, con un 11,2%.
En opinión de Miguel Ferreira, investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Nova de Lisboa especializado en finanzas públicas, el verdadero "hándicap" de Portugal es su elevado déficit comercial, valorado en 2010 en 20.000 millones de euros, equivalente al 8% de su PIB, aproximadamente.
Para Ferreira, el rescate financiero era "inevitable", precisamente porque el desajuste entre las compras y las ventas del país luso al exterior "es tan grande que impide que la economía crezca, y sin crecimiento no hay capacidad" para cumplir con los compromisos financieros que debe afrontar. También defendió que la ayuda externa "permitirá ganar tiempo para llevar a cabo las reformas estructurales necesarias" al poder acceder a liquidez "a un interés más bajo".
Otro de los factores clave para entender el rescate a Portugal es su situación política, con un Gobierno socialista sin mayoría absoluta ni apoyos en el Parlamento que sólo se sostuvo gracias a la abstención del principal grupo opositor en las votaciones fundamentales, como las de los presupuestos para 2009 y 2010.
La rigidez de su mercado laboral, el alto grado de envejecimiento de su población o las profundas diferencias sociales entre la clase media y las rentas más altas son otros de los problemas a los que deberá hacer frente Portugal, aunque ahora bajo el auspicio de Europa y el FMI.