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los trabajadores de Babcock están hechos de otra pasta. Si a muchos el regreso al currelo les genera un síndrome postvacacional, la depresión tras un parón de siete años debe de ser mayúscula. Pero ellos son diferentes. En la balco están acostumbrados a las complicaciones legales y a las soluciones que nunca llegan. Les prejubilaron en 2004, les indemnizaron y se llegaron a acostumbrar a esa nueva vida en el dique seco pero siempre sospecharon que las vacaciones no durarían para siempre. Por eso, cuando Matilde recibió un burofax para presentarse en la fábrica no se sorprendió. "Sabíamos que tarde o temprano esto iba a suceder. Siempre confiamos en que la demanda que interpusimos llegase a buen puerto y al final ha sido así", explicaba ayer esta afectada por el ERE de 2004, al que siempre se opuso. "Hace muchos años que la Sepi acordó el cierre de esta empresa y la dirección nunca ha hablado claro". "En 2004 decidimos recurrir a nuestros abogados porque nos parecía que aquí podría haber futuro y ahora debemos aceptar las consecuencias de aquella denuncia", asegura Matilde. "¿Si estamos sorprendidos? No. ¿Si estamos enfadados? Por supuesto, sobre todo con la Sepi". Como Matilde, pese a la tranquilidad aparente con que los casi 250 prejubilados acudieron ayer a la fábrica, la rabia y la impotencia les salían desde dentro al juntar dos palabras. "Si tengo que volver vuelvo, pero que me den trabajo y que me paguen. Si no hay dinero no es nuestro problema", decía José Antonio. "Yo me lo tomo con filosofía, pero la verdad es que esto te genera mucho malestar y mucha incertidumbre. No se si voy a cobrar en abril, en mayo o si no voy a ver un duro nunca", lamentaba Jesús. Ayer fue un día de reencuentros, de saludos y de algunos abrazos, pero el regreso sentó bien a muy pocos. La situación terminó de torcerse cuando se conoció la intención de despedir a todos a través de un nuevo ERE con peores condiciones que el de 2004. "Seguiremos luchando por nuestros derechos", era la declaración de intenciones de los nuevos viejos empleados de Babcock, que no se van a resignar a quedarse en paro. Por algo están hechos de otra pasta.