Presidente de SEA Madera y Mueble
vitoria. Usted ha calificado 2010 como "absolutamente negativo" para el sector de la madera. ¿Por qué?
Porque la situación es crítica desde hace dos años, con ajustes importantes por parte de las empresas tanto en temas de producción, que está colgada, como en recortes en las inversiones tanto de maquinaria como de personal. 2009 ya fue malísimo, pero el pasado año se produjo la explosión final. Hay muchas empresas que penden de un hilo.
¿Sirven de algo los diferentes planes renove puestos en marcha por las diferentes administraciones?
Las empresas están aguantando la crisis solas, con sus propios recursos y endeudándose hasta más no poder. Hay muchas dificultades para obtener ayudas que reconviertan el sector.
¿Es esta una de las claves para el futuro, redibujarse?
No nos queda otra. Tenemos que reinventarnos para encontrar nuevos nichos de actuación una vez que la construcción, nuestro principal cliente, tiene toda la pinta de no repuntar en mucho tiempo. En estos momentos ni hay construcción de VPO ni de libre, y lo poco que hay es tremendamente peligroso y resbaladizo. Así que es tiempo de innovar y salir al exterior para poder sobrevivir.
Innovar... ¿Cómo?
Pensando en cómo mejorar. El mercado de la rehabilitación, por ejemplo, es una opción más o menos constante y fiable. Pero no es suficiente. El mercado es el que es.
¿Entonces?
Entonces hay que crecer, aumentar el volumen de la empresa, reestructurarnos y especializarnos un poco más. Si queremos salir a vender al exterior necesitamos músculo y eso sólo se consigue con alianzas y estrategias comunes. Fórmulas de colaboración como las de precluster de vendedores de mobiliario urbano y doméstico, Habic. No sería una mala idea.
¿Qué hay de Femabask, esa especie de patronal
Será una realidad en breve. La Federación Empresarial de la Madera y el Mueble de Euskadi aglutinará a 700 empresas y 3.500 trabajadores en Euskadi, y pretende defender como grupo los intereses de un sector que históricamente siempre ha estado muy atomizado.
Uno de esos intereses es de suponer que será el convenio del sector, que en Álava lleva tres años congelado y sin firmarse. ¿Por qué?
Las empresas difícilmente podemos ofrecer lo que no tenemos, por eso hemos pedido una congelación salarial a los sindicatos hasta que la situación mejore. De lo contrario se pondrían en serio riesgo el mantenimiento del empleo. Pero éstos, en cambio, sólo están en la reivindicación y para nosotros es inasumible referenciar ahora los salarios al IPC cuando las perspectivas de trabajo, como mucho, ¡son hoy de un mes!