Madrid. "Mucha de la publicidad y comentarios que de vez en cuando salen en los medios de comunicación, sobre inversiones y puestos de trabajo, forman parte del marketing de cara a la opinión pública, pues a la hora de la verdad, si lo analizas bien, cuando llevamos a efecto alguna operación mercantil, es porque recibimos más de lo que invertimos". Esta frase de José María Ruiz Mateos dirigida por escrito al director general del Banco de Santander, Javier Peralta, en febrero de 2009 revela, según los medios especializados, que la intención de Nueva Rumasa con sus operaciones de ampliación de capital no eran las de captar inversores para destinar los fondos a compras o ampliación de negocio (como se decís), sino para tapar agujeros. La siguiente frase de esa misma misiva es concluyente: "Los tiempos no están para invertir, sino para recoger... a veces es bueno aparentar de cara a sostener un clima de confianza y seguridad ante nuestros proveedores y clientes".
Mientras le decía esto al Banco de Santander, a sus nuevos inversores les aseguraba que "los fondos obtenidos por la emisión de pagarés se emplearán en la adquisición de empresas, teniendo en este momento en estudio la compra de varias sociedades que representan auténticas oportunidades de negocio". Lo curioso del caso es que estas cartas no las ha hecho públicas el Banco de Santander (máximo acreedor de Nueva Rumasa), sino la propia familia Ruiz-Mateos que, con ellas pretendía ilustrar el trato vejatorio dispensado por el banco, al que acusan de la caída de su holding (ya son 30 las empresas incluidas en el proceso previo a la suspensión de pagos).
Sin embargo esas misivas muestran todo lo contrario. Las fechadas en 2008 eran absolutamente aduladoras: "Dios te ha dotado de cualidades inconmensurables en el terreno profesional y al mismo tiempo una bondad infinita al servicio de los demás", decía Ruiz Mateos a Emilio Botín (presidente del Santander), mientras que en otra afirmaba que "eres un tesoro para el Banco que administras tan magistralmente y con tanta sabiduría".
Las de finales de 2009 empiezan a ser más suplicativas, pidiendo prórrogas para satisfacer las deudas impagadas (Nueva Rumasa debe 200 millones) y apelando a cuestiones personales: "Como tú bien sabes toda mi familia te estamos profundamente agradecidos por el magnífico comportamiento que has tenido con nosotros".
Las de 2010 ya son suplicar y ofrecimiento de garantías personales o religiosas como misas o incluso perfiles psicológicos de la familia.
Cuando a finales de 2010 el Santander se negó a seguir aumentando el riesgo Ruiz-Mateos pasó a la amenaza: reclamó que Botín recibiera a sus seis hijos barones y le advertía que sino pasaría a la acción contra el Santander. "No tengo nada que perder, lo que sería un grave error por tu parte, pues dejarías de ser el ombligo de oro del mundo y debes saber que los banqueros sois los más odiados de la sociedad en la que vivimos. Tú sabras...", señalaba.
En febrero, antes de que se abriera el proceso concursal, aún hizo un último intento: "Emilio, por favor, ¡no nos dejes caer! Sería horrible. De consecuencias inusitadas y además innecesario".