cON el recuerdo todavía vivo de mi pasada responsabilidad como presidente de la Comisión Negociadora del Concierto Económico de 1981, me atrevería a realizar algunas recomendaciones, de cara a preservar y potenciar esta figura institucional, de importancia crítica para la autonomía vasca y, por ello, para nuestro futuro económico y social. Ante todo, es necesario recuperar el sentido de la trascendencia que tiene el Concierto para Euskadi. Ese espíritu existía en 1980, pero hoy se ha diluido. Según el último Sociómetro Vasco, publicado en diciembre pasado, sólo el 9% de los vascos afirma "conocer bien" el Concierto, el 42% "ha oído hablar de él" y nada menos que un 45% (equivalente a un millón de los habitantes de Euskadi) ni siquiera eso. Por ello, es necesario un intenso ejercicio de sensibilización y de explicación del Concierto en nuestra propia Comunidad Autónoma, porque es inadmisible que, en un tema tan crítico como éste, el desconocimiento de la sociedad vasca sea tan evidente.

En la misma línea habría que desarrollar una política amistosa de información e influencia, en ámbitos políticos, académicos y de la opinión pública de otras Comunidades Autónomas y singularmente en Madrid, al mismo tiempo que se trata de "atemperar" el frente catalán, para corregir una cuestión que debe seguirse con la máxima atención desde el País Vasco. Porque siendo obvio que Cataluña tiene pleno derecho a contar con un modelo de financiación satisfactorio, no es aceptable, ni positivo para los intereses catalanes, que se defienda ahora que necesitan su propio Concierto Económico, cuando por otro lado se está proclamando que el mismo es un auténtico privilegio.

Es necesario, también, difundir y explicar internacionalmente el modelo de Concierto, y muy en especial, en las instituciones europeas, reforzando las capacidades de "lobby" en el complejo entramado institucional de Bruselas. Afortunadamente, la situación se ha normalizado tras la histórica sentencia del Tribunal de Luxemburgo, sobre la capacidad normativa de las Haciendas Forales, pero no hay que bajar la guardia.

De cara al futuro es necesario también saber defender el Concierto con uñas, dientes y, sobre todo, ideas, conceptos y argumentos, y más en una época como la que vivimos, en la que, interesadamente, se está creando un clima muy crítico contra el modelo autonómico, que empieza a "oler" como el que dio origen a la LOAPA, en 1981, y se empieza a proclamar la necesidad de un proceso de re-centralización del Estado. Esto requiere reforzar los equipos técnicos de las Haciendas Forales, y de la propia Hacienda General del País Vasco, con cualificados especialistas en el campo del federalismo fiscal que ayuden a renovar y consolidar los argumentos y las indudables razones constitucionales, legislativas e históricas que avalan la pervivencia del Concierto Económico, en su actual formulación.

Con carácter puntual e inmediato, es necesario lograr una satisfactoria negociación del nuevo cupo, dado que el actual termina su vigencia en este año. Este es un tema de máxima trascendencia, pues la capacidad de actuación futura de las instituciones vascas (Gobierno, Diputaciones Forales y Ayuntamientos) estará condicionada por el montante del mismo, en un momento especialmente sensible, como consecuencia del impacto que ha tenido la crisis económica. Además de aprovechar la actual coyuntura política para incorporar unas mayores capacidades normativas, hay que seguir insistiendo en la lucha contra el fraude y la evasión fiscal, en un contexto económico de fuerte crecimiento de la economía sumergida en todo el Estado.

Finalmente, resulta necesario, en mi opinión, que se apruebe, por parte del Parlamento Vasco, la Ley a que hace referencia el artículo 41.2.a) del Estatuto de Gernika, sobre las normas que dicte el Parlamento Vasco "para la coordinación, armonización fiscal y colaboración" entre los Territorios Históricos y la propia Comunidad Autónoma, para evitar la repetición de situaciones como las que se han padecido en el pasado. Hoy puedo decir, con orgullo, que el de 1981 fue un gran Concierto que tuvo su continuación en el que con tanto acierto se negoció en el 2001. Porque en aquella negociación no se buscó sólo recuperar "cualquier" Concierto Económico (y actualizar el de Álava), sino conseguir "aquel" Concierto Económico, profundamente innovador, en su filosofía, metodología, contenido y refrendo legal. Y que, además, ha estado en muy buenas manos, pues la labor en estos 30 años de las Haciendas Forales de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa ha sido admirable.

El Concierto podemos valorarlo como un gran éxito político, hacendístico y económico. Esto debe servir de celebración, pero debe ser perfectamente compatible con una idea: hay que seguir haciéndolo cada vez mejor. Porque el mundo y el entorno económico están cambiando intensa y aceleradamente. Por ello, nuestra Hacienda Vasca, la Foral y la General, estoy seguro de que serán aún mejores, cuando se celebren las Bodas de Oro de nuestro Concierto, allá por el año 2031.