Madrid. Tres días de reuniones, alguna como la del sábado maratoniana, entre los sindicatos UGT y CCOO y el Gobierno español no han permitido alcanzar ningún acuerdo entre ambas partes sobre la reforma de las pensiones.
Aunque unos y otros quisieran un acuerdo, -el Ejecutivo para vender un recorte más y los sindicatos para poder justificar el no convocar una huelga general, algo que está claro que no quieren hacer porque temen no poder-, hay un tema tabú: elevar la edad de jubilación de los 65 años a los 67.
El Gobierno Zapatero necesita esa medida para intentar calmar a los mercados financieros que tienen que prestar dinero a España en las refinanciaciones de deuda de este año y los sindicatos no pueden aceptar una medida rechazada totalmente por la gran mayoría de la sociedad española.
Como ambas partes precisan intentar salvar la cara ante la opinión pública, y sus bases, según el caso, nadie se quiere levantar el primero de la mesa para dar por rotas unas conversaciones con difícil acuerdo por lo que los sindicatos y el Gobierno proseguirán las negociaciones hoy después de que la reunión de ayer se cerrara sin acuerdo. Aunque tanto sindicatos como el Ejecutivo estaban decididos a apurar al máximo el encuentro, había y hay escaso margen para el acuerdo. Tras más de 14 horas de contactos el sábado se decidió volver a intentarlo ayer, según un comunicado oficial de nueve palabras emitido por el Ministerio de Trabajo en la madrugada del sábado al domingo. Las perspectivas siguen siendo sombrías, según fuentes cercanas a los negociadores, aunque el hecho de que las conversaciones sigan es un síntoma de cierta esperanza o al menos eso quieren pensar en el Ministerio de Trabajo.
Urgencia sindical Sea como fuere, los quince días de plazo que Gobierno y sindicatos se dieron antes de las fiesta navideñas para intentar pactar una salida se acaba, sobre todo, para UGT y CC.OO. Entre hoy y mañana, los máximos órganos de dirección de ambos sindicatos tienen que reunirse y presentar una propuesta clara a sus organizaciones. No tiene tanta urgencia el Gobierno español pues ya ha asumido la impopularidad de las medidas y, además, tampoco ha logrado un acuerdo en el seno del Pacto de Toledo por lo que presentará el proyecto de reforma de pensiones el 28 de enero, con mayor o menor apoyo.
Los sindicatos, en especial UGT, según fuentes laborales, están buscando cualquier gesto del Gobierno Zapatero para vender que han conseguido atajar el ataque a los trabajadores y no tener que convocar una huelga general pero la presión de los mercados sobre Zapatero en este tema es tal que el presidente español no puede renunciar al simbolismo de los 67 años aunque podría disimularlo manteniendo los 65 pero, por ejemplo, obligando a cotizar 40 o 45 años para tener derecho a la pensión completa lo que llevaría "voluntariamente" a trabajar más allá de los 65 años.