rumasa, una expropiación que aún colea
Disfrazado de presidiario, con el nombre de Miguel Boyer cosido al uniforme, en 1997.
vitoria. No ha habido ni habrá probablemente un personaje público tan desinhibido para utilizar la propaganda y agitación en su propio beneficio. Sólo Jesús Gil le empató en extravagancias y repercusión mediática. Defensor de las maniobras para desestabilizar al contrario, su estrategia de llamar la atención sea como sea la ha heredado el conjunto de la fauna del corazón que puebla las televisiones de la piel de toro. Pero José María Ruiz-Mateos es el genuino representante de esta tendencia. Sus apariciones públicas disfrazado de Superman, con el logotipo de Rumasa en el pecho, o de presidiario, su fuga de los juzgados, sus exabruptos, su manía persecutoria contra Miguel Boyer (y su señora esposa, a la que parodió en un anuncio de bombones Trapa) y su exitosa candidatura al Parlamento europeo tuvieron la virtud de no dejar caer en el olvido durante años su caso, que aún colea en los juzgados.
Para muchos y durante mucho tiempo ha sido un villano que defraudó cifras millonarias a Hacienda y la Seguridad Social, y falseó los libros de cuentas de su holding. Para otros, un verdadero héroe, que ha dado empleo antes y ahora a miles de personas. Hay que recordar que el día que ingresó en Alcalá Meco, hace ahora veinticinco años, dos mil personas le esperaban, a las afueras del centro penitenciario, para vitorearle, en medio de la noche. En las elecciones de 1989 al Parlamento Europeo, 600.000 españoles votaron la candidatura de la Agrupación Ruiz-Mateos, que le dio dos escaños en Estrasburgo.
Hace escasamente un año, en una de las pocas entrevistas que ha concedido en mucho tiempo, aseguraba que ya había pasado la época del rencor. "Si entra Boyer por esa puerta, le doy un abrazo; si me pidiera trabajo, posiblemente se lo daría", declaraba al periodista.
En aquella conversación, explicaba que sus numerosos numeritos tras la expropiación de Rumasa los hizo "solo y exclusivamente para demostrar que aquello fue injusto. La gente no es tonta y sabe que fue una injusticia". La imagen para la posteridad, el puñetazo que le dio a Boyer en la cabeza a la salida del juzgado. Y algunos bilbaínos se acuerdan de aquella vez que le vieron sirviendo potes en la txosna de Tintigorri, en una Aste Nagusia.
opus, legionarios... José María Ruiz-Mateos nunca ha ocultado su adscripción a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica. Fue miembro del Opus -su mujer, Teresa Rivero, aún lo es- pero salió de su influencia por diferencias con uno de los más poderosos seguidores de la Obra, Luis Valls Taberner, presidente del Banco Popular, a quien hacía corresponsable de la expropiación de su imperio empresarial.
Eso no le impide manifestar que continúa siendo un gran seguidor de Escrivá de Balaguer, como reconocía en la entrevista a El Mundo: "Mis tres lágrimas son cuando se habla de la Virgen, cuando se habla de mi padre y cuando se habla del fundador del Opus Dei".
Pero sigue siendo evidente su querencia por sectores ultracatólicos: en el año 2006 la familia Ruiz-Mateos donó 6 millones de euros a los Legionarios de Cristo, movimiento que ya por aquellas fechas estaba bajo sospecha, tras conocerse de forma pública los abusos sexuales cometidos por su fundador, el mexicano Marcial Maciel.
Siempre donde había jaleo, estuvo en la Aste Nagusia bilbaína sirviendo potes en la txosna de Tintigorri
"Hice aquello solo y exclusivamente para demostrar que la expropiación fue injusta", explica ahora